No pasa uno, pasan varios. Ahora son verdes y tienen las mismas pifias de los diablos rojos que quedaron en la historia por su peligrosidad, entre otras razones, para los usuarios.
La excusa para mantenerse en las rutas del Este es que no fueron contemplados en las millonarias indemnizaciones que recibieron las demás rutas para dar paso al Metro Bus.
Este grupo de diablos verdes, peor aún, se quedó en las calles sin ley alguna que proteja a los usuarios. La Autoridad de Tránsito mira hacia otro lado, como si el problema no fuera de ella.
Para empezar, cobran el pasaje que quieren y utilizan luces y sonidos que no están permitidos.
Quienes los usan tienen que estar “más que ojo al Cristo” para ver dónde se pueden bajar, porque nunca tienen un segundo para detenerse en las paradas.
¿Por qué la ATTT no regula estos diablos verdes que quedan en las calles? ¿Por qué no les aplica las mismas normas que se exigían a los diablos rojos, especialmente en el tema del pasaje?
Algunos son buses reciclados de muchos años; otros están en sintonía con las nuevas pifias del mercado en cuanto a accesorios, troneras, luces, mofles y pinturas. ¿Qué debe pasar para que la ATTT cumpla con su obligación?