- viernes 04 de abril de 2014 - 12:00 AM
¿Desenmascarados o descarados?
Las ansias de algunos ha hecho que los llamados líderes de opinión terminen por echar a la basura toda la trayectoria que los hizo estar por encima del bien y del mal. La ligereza con la que se trata de influenciar a la gente a base de criterios ridículos, termina ofendiendo a los que se tomaron el tiempo para escuchar sus opiniones.
Los analistas postdebate han dejado mucho que desear. La parcialidad les ha impedido hacer un mejor trabajo, ilustrando y analizando los hechos. Propuestas y sazón política han quedado como carnada de quienes se quitaron la máscara para ofrecer una visión conveniente para ellos, sin que medie ningún tipo de objetividad.
En el espacio de opinión es comprensible que el analista diga lo que piensa, pero cuando lo que esboza frente a una audiencia es lo mismo que representan sus propios intereses, deja de ser un analista y se convierte en un charlatán.
Las marcadas tendencias que ofrecen las encuestas de opinión pública contrastan a menudo con lo que miden las mismas.
El ajuste constante de la muestra, entre una y otra medición, pareciera llevar inserto una intención más allá de lo normal. Cuando se aumenta la muestra de un área específica para obtener otro resultado, como por ejemplo: cuando se aumentan las entrevistas en un área determinada para medir a un candidato a alcalde, dentro de un universo medido con anterioridad bajo otro esquema, automáticamente se afecta la medición.
Los goles que le intentan meter a los panameños antes del Mundial, parecen estar basados en una supuesta ingenuidad atribuida a nuestra gente. Cuando EE. UU. nos metió dos goles a falta de un minuto para estar en Brasil 2014, todo parecía perdido, pero aquí estamos. Listos para un nuevo proceso. A solo un mes para las elecciones, la malicia y la tracalería parecen estar a la orden del día y dispuestas a manipular a quien lo permita, en función al bienestar de un grupo de malandrines de cuello veteado.
* Periodista