• viernes 11 de febrero de 2022 - 12:00 AM

Con las cuotas del seguro pueden ocurrir sorpresas desagradables

Espero que este relato llegue a las instancias correspondientes

Cuando faltaban cuatro años para que mi esposa y este servidor nos acogiéramos a la jubilación le propuse ir a la Caja de Seguro Social a verificar la cantidad de cuotas que teníamos. Como periodista con más de 40 años de ejercicio, he investigado historias de terror sobre el tema de las jubilaciones. Hay personas que cuando acudían a realizar los trámites de jubilación se caían de bruces. “A usted le hacen falta cinco años de cuotas para que pueda aspirar a una jubilación”, era la respuesta que espantaba. Resulta que en ese proceso podían pasar dos cosas… ¡o el seguro se había equivocado o las empresas que decían descontar el pago de las cuotas no lo hacían! Y el usuario, quien llegó con alegría y optimismo a la Caja de Seguro Social, se retiraba con decepción, amargura y con la presión sanguínea por los cielos. Hay muchos asegurados que llegan al edificio Bolívar. En la planta baja hay un funcionario que solo con el número de cédula te dice cuantas cuotas tienes. Usted no debe quedarse solo con este proceso. Es deber de quienes desean confirmar y tener una respuesta oficial ir hasta el segundo piso. Allí solicitan una respuesta por escrito donde le confirmen cuál es la cantidad de cuotas que usted ha pagado. Esa acta debe guardarla para cuando le toque iniciar el papeleo. Ese documento es su mejor seguro contra cualquier despiste, error humano o con problemas en los archivos electrónicos de la caja. Ya nadie le podrá narrar cuentos de brujas… ¡usted tiene las pruebas oficiales de cuántas cuotas ha pagado!

Así hicimos nosotros. “¡Papá, ustedes son unos extremistas con eso de cerciorarse del pago de las cuotas cuatro años antes!” Más o menos esa fue la reacción de nuestros hijos. ¡Señores, recuerden el dicho de “confianza mató a seguro!” En este caso no queríamos abusar de la confianza, ni que el seguro terminara por matarnos. Hace poco conocí el caso del señor Rafael Mata. Resulta que él hizo los trámites para su jubilación, pero, la institución le dijo que no contaba con las cuotas. El hombre fue a las distintas empresas donde ha trabajado y comprobó que sí contaba con las cuotas. La administración de la Caja de Seguro social, según Mata, reconoció que el error había sido de la institución. Procedieron al trámite de la jubilación, pero, la caja le quiere pagar a partir de la fecha del último trámite y no del día en que Mata inició el papeleo. No hay que ser un genio para saber que al ciudadano tienen que pagarle desde el momento en que tenía derecho a la jubilación, no después, máxime cuando el error es de la caja. Con la resolución lista, para que el hombre comience a cobrar Mata se resiste a firmarla. La respuesta romántica del funcionario es que la firme y luego haga un reclamo. Rafael Mata no se cree ese cuento. Él sabe que una vez firma y pone la reconsideración la caja puede señalarle, tiempo después, que no le da la razón y que se mantiene el espíritu de la resolución que firmó.

Espero que este relato llegue a las instancias correspondientes. Son varios los altos funcionarios que me siguen y leen mis análisis diarios. Entre ellos está el mismísimo director de la Caja de Seguro Social. Si la historia de Rafael Mata es correcta aquí no hay otro camino que darle la razón y corregir el error. Que esta historia sirva para que otros ciudadanos abran los ojos y confirmen la realidad del pago de las cuotas. Verifiquen, con mucho tiempo, antes de la llegada de la fecha de jubilación, para que después no se sorprendan. También se aconseja que usted guarde los talonarios. En una empresa tan grande como la caja los archivos electrónicos se pueden borrar, sea por un acto natural o por la intervención de una mano peluda. Así como le quitan cuotas también se pueden dar casos donde le ponen. Espero que Rafael Mata pueda tener un final feliz en la tragicomedia que vive.