- viernes 16 de septiembre de 2022 - 12:00 AM
Carlos Guzmán Baúles, mártir civilista
El pasado 13 de septiembre se cumplieron 35 años de uno de los abominables asesinatos de la criminal dictadura. El 13 de septiembre de 1987 la Cruzada Civilista recordaba el segundo aniversario de la decapitación del miembro del PRD, Hugo Spadafora, que había tomado distancia del dictador de turno, Manuel Noriega, por sus vínculos con el narcotráfico, distancia que muy pocos perredistas tomaron.
Muchos perredistas de hoy, que fueron pelechando de la dictadura desde el primer dictador, Omar Torrijos, fueron cómplices de la dictadura hasta que nos cayeron las bombas gringas.
Carlos Efraín Guzmán Baúles fue un civilista comprometido, que no dejó de manifestarse cuando la Cruzada Civilista convocaba. Ese 13 de septiembre se dio una caminata desde Las Cumbres para hacer un acto en el cruce de San Miguelito. Facinerosos perredistas inventaron esperar a los civilistas con un supuesto culeco en el estacionamiento de centro comercial de ese cruce. Llegada la manifestación civilista salió a atacarla pero casi inmediatamente sonaron balazos inmersos en sonido de fuegos artificiales. Así cayó el Mártir Civilista bajo el puente que hoy lleva su nombre.
Ese reconocimiento se da porque, este servidor, concurrió al Consejo Municipal de San Miguelito en días previos al primer aniversario, para proponer que se nombrea ese puente con su nombre. El puente tiene una placa que nombra al puente Carlos Efraín Guzmán Baúles.
Pero ese día hubo otra ejecución artera. Los criminales paramilitares se paseaban por la vía Domingo Díaz llegando hasta la urbanización Santa Clara, donde en confuso incidente, mataron a Armando Morán, que no estaba manifestándose sino que trabajaron vehículos repartiendo pan, ese domingo fatídico.
Esa era la dictadura y esos eran los cómplices por acción y por omisión de esa dictadura que hoy muchos están emplanillados en el Estado, haciendo las mismas corruptelas que hacían en dictadura.
Prohibido olvidar a las víctimas de la dictadura desde Torrijos, pasando por el efímero Flores, siguiendo con el loco Paredes y terminando con Noriega.
Todos aquellos crímenes sin culpables nos tienen en el caos que hoy vivimos. Olvidar las raíces solo postergará el salir efectivamente del caos. Intereses malsanos unos e ingenio de otros evitaron que, en 1990, fundáramos una nueva República, vía constituyente, lo que sigue pendiente.
Odontólogo