Ante todo debes ser un padre valiente
- miércoles 15 de enero de 2014 - 12:00 AM
Nadie duda de que para ser buenos padres se necesita una gran dosis de amor, paciencia, comprensión, disciplina, para mencionar solo unos cuantos atributos.
Pero quizás lo que más necesitamos para formar hijos dotados de las virtudes es ser valientes, es decir, tener la fortaleza necesaria para hacer lo que más les conviene a los hijos, por duro que sea.
Para el psicólogo Adrián Díaz, el compromiso de ser padres nos coloca a diario en situaciones que requieren mucha valentía para no tomar el camino fácil y privar a los hijos de los límites que son vitales.
Por ejemplo, se necesita valor para no recibir al pequeño en nuestra cama cuando a medianoche nos suplica que lo dejemos dormir con nosotros; para no llevarles el libro olvidado al colegio cuando nos llaman implorando que se lo hagamos llegar; para no darles nada más de lo que estrictamente se merecen por mucho que rueguen que quieren más; para no pagar la fianza y evitar que los arresten cuando es importante que aprendan que sus errores tienen amargas consecuencias.
‘Lo que nece sitan los hijos no son padres condescendientes y que vivan dedicados a darles todo, sino padres valerosos, capaces de cuestionarse y tener la fortaleza para comprometerse en la formación de sus hijos, que hagan lo que sea preciso para formarlos como personas correctas por difícil o doloroso que pueda resultarles’, explica el experto.
Muchos de los problemas de los hijos de hoy son el resultado de confundir el ser buenos padres, es decir, valientes, con ser padres condescendientes.
Los padres condescendientes trabajan muy duro con el fin de ofrecerles todo a sus hijos; pero lo que necesitan ellos son padres valientes que trabajen duro en ellos mismos para darles lo mejor de sí.
Pero para lo que se necesita más valentía aún es para no inventarnos toda suerte de justificaciones que nos permitan decirle a los hijos "sí" cuando en el fondo del alma sabemos que debemos decirles "no"; para no creernos nuestras propias mentiras y convencernos de que todo lo hacemos por su bien, cuando realmente lo hacemos por el nuestro.
‘Es urgente procurar que el poder que como padres tenemos sobre los hijos no lo utilicemos para remediar las carencias que les dejamos por nuestras debilidades y perpetuarlas en nombre de una "bondad" mal interpretada’, puntualizó Díaz.