- viernes 21 de marzo de 2014 - 12:00 AM
A una vivaza la acusaron de robar un auto por querer jugarle sucio a un tonto que la admiraba A Samuelito lo tenían de congo varias en la oficina. Desde el lunes lo mandaban a hacer mandados ‘sin plata’ o a calentarles la comida, siempre con la promesa de que ‘este sábado salimos’. Una de las que más había congueado al infeliz era Tanya, de cara de matapuercos y cuerpo de refri, a quien varios la habían dejado con el traje puesto, porque siempre andaba desubicada buscando lindos pese a que ella, según las evaluaciones de los compañeros de trabajo, era una F+. La semana pasó volando. Samuelito compró a diario el mondonguito caribeño que tanto le gustaba a Tanya. ‘Me aseguró que este sábado sí nos ponemos solitos el traje de Adán y de Eva’, les dijo a sus amigos. Los otros se rieron y negaron con la cabeza, más tarde fueron donde Tanya y esta les dijo que la abuelita de Samuelito se acostaría con él. A los bochinchosos les dolió la respuesta y encerraron al afectado para orientarlo sobre cómo parar a la bellaca esa que quería burlarse de él. Le dijeron al oído un par de porquerías y gritaron: ‘Que sepa la fea esa que todavía mandamos nosotros y que es nuestra la última palabra’. Aunque no lograron convencer del todo a Samuelito sí lo dejaron picado, por lo que a las once y media montó guardia en la única salida de la empresa. Tanya no pudo escapársele, pero puso una trompa de los mil demonios y no le habló en todo el camino hacia el push, adonde se bajó como alma que lleva el diablo y entró seguida de él que quería abrazarla y ser amable. ‘Métete a darte un baño con agua caliente’, le ordenó ella con una cara de fastidio que hubiera desanimado al más apurado, pero Samuelito estaba ganoso y obedeció diciéndole con voz de bebé que quería que ella lo enjabonara. ‘Tu abuela vendrá a enjabonarte’, le gritó Tanya y ni eso bajó al hombre, que corrió a cumplir la orden pensando en que por fin se la banquetearía. Apenas oyó el ruido de la regadera, ella levantó el teléfono y dijo en voz baja: ‘Por favor, la puerta, nos retiramos ya’. Y pisó el acelerador apenas atendieron su pedido, justo cuando Samuelito salía bañadito y dispuesto a meterle diente. Tuvo que sentarse en la cama para serenarse. Cuando se calmó llamó a sus amigos, quienes le dijeron que reportara el carro como robado. Así lo hizo y no le fue difícil a la Policía localizar a la supuesta ladrona, que quiso disfrutar el automóvil ajeno y se bajó en un súper, feliz porque, ¡por fin!, no tendría que lidiar con el montón de cartuchos mientras se le hacía el milagro de hallar un taxista que no le dijera ‘no voy’. Sudó frío y le temblaron las piernas al verse acorralada por varios patrullas. Lloró e imploró cuando supo que estaba acusada de robar un auto. Llamó a Samuelito para pedirle que retirara la acusación, pero este, sereno y firme le dijo: ‘Tu abuelita retirará los cargos’.