Enfermo, pero quemón

Los curiosos se aglomeraban en torno a los cargadores, impidiéndoles avanzar
  • lunes 07 de noviembre de 2016 - 12:00 AM

Había una multitud mirando el desfile cuando Santiago cayó redondito al suelo, de donde hubo que sacarlo a millón porque los integrantes de la delegación en turno venían con ímpetu a realizar sus presentaciones y hubo varios que casi le ponen las botas en la cara y el cuerpo. ‘Quiten a ese viejo cabrón de ahí', gritó una batutera jovencita y carnuda que venía con media nalga afuera y cuyos padres, en la acera, aplaudían frenéticamente. Los curiosos se aglomeraban en torno a los cargadores, impidiéndoles avanzar. Además de los gritos de ‘qué pasó', los impertinentes daban pasos adelante mientras otros los daban en sentido contrario, formando una marejada que se movía en direcciones opuestas y que demoraba a los que sabían que urgía sacar al hombre para que cogiera aire. Un vendedor de sancocho hizo gala de su fuerza y habilidad, les arrebató al desmayado y lo levantó en vilo, y con él en brazos logró avanzar, siempre perturbado por los vidajenas, ya casi llegaba a la salida cuando otros brazos se pusieron en lo alto y este aventó al enfermo, que fue apañado por otro rescatista, que lo llevó a sitio seguro. ‘Ponga orden, policía, que nadie se acerque o lo matan de verdad', dijo mientras corroboraba el estado de los signos vitales de Santiago. No muy lejos de allí estaba Enedina, la madre del desmayado. Aunque la mujer hablaba por celular su sexto sentido materno la hizo fijar la vista en la escena, y soltó el aparato para correr a ver al herido. Se abalanzó llorando al hijo y tuvieron que apartarla a la fuerza. Cuando lo subían a la ambulancia llegaron sus hijas que también estaban en la zona del desfile. ‘Allá está Zuly con el marido nuevo', le dijeron. ‘Váyanse ustedes en la ambulancia, yo voy a poner a esa estúpida en su lugar, cómo se le ocurre venir a exhibirse con ese imbécil, ella bien que sabe que mi hijo es hipertenso', dijo y se fue sin escuchar a las hijas, quienes le gritaban: Zuly tiene derecho a buscarse otro, recuerda que Santiago la dejó a ella y se fue con Matilde, que esta le haya pagado mal es otra cosa, no te metas en eso…'.

Nada cambió la decisión de Enedina, quien se abrió paso a empujones y codazos hasta pararse detrás de la pareja; sacó su cepillo de alisarse el cabello y lo pasó violentamente en la nuca de Zuly. La atacada se volteó enseguida y a su cara cayeron las uñas de la antigua suegra, quien le gritó ‘si mi hijo se muere te voy a acusar, tú sabes que él tiene problemas con el azúcar, con la vesícula y con el corazón, por qué no te fuiste para 'Canto del Rayo' a ver el desfile, tenías que venir aquí mismo a mirar pendejadas'.

Zuly no le dejó terminar, con furia se le guindó del pelo y le sacó la peluca sin dejar de gritarle ‘a su hijo no le dolieron ni el hígado ni el corazón ni se le subió el azúcar cuando se enredó con otra y se fue de la casa, etc.'.

‘Pero él es hombre', gritó Enedina en el colmo de la ausencia total de dignidad femenina. Del grupo que miraba las presentaciones salieron varias manos deseosas de hacer blanco en la cara de Enedina, algunas tuvieron éxito, otras se quedaron en la intención y atacaron otra vez. Se formó una segunda pelea, ahora con las espectadoras. Dos la retaron a un mano a mano para que no volviera a hablar pendejadas, pero Enedina reculó con el argumento de que no se pelea en el Mes de la Patria. ‘Rendirle honor a Panamá no es solo ponerse la pollera o un sombrero, también hay que demostrar decoro y dignidad evitando la violencia…'.

Y se perdió entre la muchedumbre, tal como se dice en el español panameño, ‘con el rabo entre las patas'.

comments powered by Disqus