- domingo 17 de abril de 2022 - 12:00 AM
Espero que recuerden que les conté mi frustrante relación con un preso llamado ‘Calitín'. Me fue fatal con él. Pero no fue al único que visité en la prisión.
‘Nandito', era un man que hacían cosas ilegales que no valen la pena mencionar en este espacio, porque no estamos para brindar ideas de delitos. La cuestión es que él me contactó para estafarme telefónicamente.
Pero yo soy una ‘zorra vieja'. Lo desenmascaré y le dije: ‘Ío, mira si vas a estafar llama a otra que no tengo tiempo para ti'. No sé si fue el rofeo o mi tono de voz. Pero él inmediatamente se disculpó conmigo y me dijo que quería conocerme y para que todo fluyera me mandó inmediatamente una foto suya.
Yo no lo podía creer, era fuerte, de ojos y pestañas imponentes. Sus labios carnosos y sensuales que conquistaron. En otra instantánea incluyó su boxer del que sobresalía un bulto impresionante.
Como uno no está para andar creyendo en el primero que se nos para al frente, le advertí que si no era él se la iba a perder, porque bomboncito sí que está rico.
Fue entonces que me envió un video diciéndome: ‘Esto que ves es lo que hay'. Pa' que mentirles. Quedé entusiasmada y le dije que ojalá lo pudiera ver. Después de media hora sin responderme me invitó a una conyugal.
Señores, si yo les digo que este fue mi mejor polvo en esta recorrida vida, les estaría mintiendo. Pero está entre los cinco mejores que he echado y les contaré el porqué.
Él sabía lo que hacía. Supongo que por ser guapo ya había tenido las experiencias suficientes para saber complacer a una mujer.
Me besó los labios, y luego el cuello, bajó a mis pechos y ahí se quedó todo tiempo posible. Cuando estaba en ambiente me acarició el vientre y me acostó en la camita más pequeña que he estado.
Se quedó en mi monte de venus y lo demás fue historia. Hizo tan buen trabajo que le tuve que implorar que entráramos en acción. En cada movimiento preguntaba, ‘¿te gusta?', ‘estás bien', ‘¿quieres que pare?'. Para mí fue una tortura por esa parte. Hasta que la Rosa Fogosa tomó el protagonismo. Cambié deposición, me monté arriba. Y zas, zas, lo exprimí.
Como dije, fue una tortura, pero deliciosa la cual terminó cuando me tuve que ir.
Mi corazón palpitaba fuertemente, más fuerte de lo que realmente tenía que hacerlo. Y en mi estómagos empecé a sentir cosas extrañas. Y en esas estuve yo, durante dos años aproximadamente.
Hasta que cayó la pandemia, prohibieron las visitas y dejé de ir. Solo nos comunicábamos por celular.
Un día él subió una foto con otra mujer y escribió sobre ella: ‘Felices cinco años, amor'. Yo entendí mi lugar. Lo borré y lo bloquié, entendí que siempre que, queriendo o sin querer, meto el corazón, algo pasa y de vacaciones mando los sentimientos.