Nalgadas placenteras

Así como lo son las actividades previas, las caricias durante el acto sexual también son importantes.

Sin necesidad de llegar al maltrato, podrías incluir unas atrevidas nalgadas en tu encuentro e incrementar así el nivel de excitación.

No se trata de una forma de agresión, sino que conforman una parte de un ju ego que puede ayudar a aumentar el deseo y, al mismo tiempo, generar placer.

Así pues, es evidente que para nosotras, lejos de causar dolor, este tipo de contacto permite gozar del encuentro, como puede ocurrir con otras prácticas.

Las nalgas están ubicadas al borde de la espina dorsal, donde se encuentran muchos de los receptores de los nervios.

Por esa razón, recibir un golpe en esa zona resulta muy placentero, a diferencia de lo que ocurre en otras partes del cuerpo.

El solo hecho de que sepamos que las nalgadas están relacionadas con un castigo y que aparezcan súbitamente en una situación de placer resulta excitante.

Como aparecen en una relación acordada en todos estamos de acuerdo, nos resulta placentero entregar el poder a nuestra pareja y experimentar por sorpresa la sensación de que hay cierto dominio.

Esta una práctica efectiva, pues los hombres son los principales impulsores de que las nalgadas formen parte de las relaciones.

Es tan placentero dar como recibir.

A ellos les gusta porque r eafirman su lado masculino; es una formar instintiva de ‘marcar su territorio'.

Ellos disfrutan de sentir la carne de su pareja a través de una palmada o tanteando su trasero porque, además, los glúteos están cerca la vagina y esto los hace más provocativos.