Cirugía le cambió la vida a Virginia. Parte 1
- domingo 15 de mayo de 2022 - 12:00 AM
Virginia era una jovencita más de su barrio. Pasaba desapercibida por el bajo perfil con el que manejaba su vida.
Una chica de atributos físicos bien puestos, pero que la hacían sentir mal, porque tenía la idea que si no se veía como las de la tv, entonces no estaba en na'.
A sus 21 años tenía la mitad del dinero que necesitaba para su cirugía y cuando llegó a los 30, se la realizó.
Calladita se fue. Bueno, le dijo a su mamá que iba de viaje a Colombia. A conocer sus lindas ciudades, pero detrás de este vuelo lo que la estaba esperando era su plan todo incluído.
Bustos, nalgas, cinturita y caderas se hizo. Además, se rellenó los labios y quedó que ni Angelina Jolie.
En los brazos y piernas le metieron grasa para verse como Cardi B y con su cuerpito de sirena regresó para el pueblo.
Cuando se regó la bota de que Virginia se veía diferente, las alarmas se prendieron. Todos los manes querían conocerla y algunas mujeres la envidiaban, otras la observaban como ídola a seguir.
La fama y la atención sorprendieron a Virginia, quien al verse llena de asedios terminó de ponerle la cereza del pastel a su look. Tatuajes y cabello rubio terminaron de complementar su nuevo ‘yo'.
Rubén y Joseph, dos vecinitos, bien guapos, pero buenos para nada, le pusieron los ojos.
La idea de ellos estaba enfocada en acostarse con la nueva Virginia, pero los dos a la vez. ¡Oh, cielos!
Aunque no hay de qué sorprenderse, porque estos dos dandis lo cumplieron.
Lo que no sabían es que detrás de esa sumisa mujer estaba una fiera que les tenía un queso guardado a los dos.
Virginia comenzó a ser invitada frecuentemente a las fiestas y en una de esas el Joseph y el Rubén se acercaron, hicieron amistad y llegó el día en que la cosa se iba a dar.
Virginia se bañó y se depiló completamente. Se colocó una rica crema y una tanguita, mientras se imaginaba lo que estaba dispuesta a hacer.
Para no hacer el encuentro incómodo, quedaron en salir a un bar discoteca.
Apenas entró se fue a la barra y pidió un trago para verse empoderada, comenzó a beberlo lentamente y a mirar a su alrededor hasta que vio llegar a sus dos machotes.
Ambos eran altos y con algunas canas, hombros anchos y sus voces eran particularmente sexis.
Luego de unos tragos más, ya las manos de ambos rozaban supiel constantemente, le decían lo lindo que les bailaba (haciéndose un poco la coqueta).
Se fueron, tomaron un taxi, se sentaron atrás, ella en el medio, y comenzó a besarlos alternadamente despacito.
Joseph mordió su boca mientras Rubén comenzó a tocarle los pechos por encima de la blusa.
Una vez se le pusieron bien duros, comenzó pellizcarlos cada vez más fuerte provocando un escalofrío que recorría su cuerpo al hacerlo.
Cuando Virginia manoseó el bulto de Rubén, en agradecimiento, Joseph separo sus piernas con fuerza y metió su mano.
El taxista miraba con entusiasmo por el retrovisor lo que le calentó aun más.
Sin siquiera pensarlo sonrió como una bandida imaginándose qué haría luego en su honor, lo que hizo que él bajara el espejo para ver como la manoseaban los dos hombres.
A Rubén, un amigo le prestó su casa para no levantar sospechas en el barrio.
Así que como estaba a cargo de la vivienda tomó el control de la situación.
La jaló espaldas y la sometió, mientras ella miraba a Joseph, quien tanteó la humedad.
Su cara se transformó y su sonrisa no podía ser más pervertida.
Continuará...