Curiosidades
Se creía bello y en realidad lo era
Se creía bello y en realidad lo era. Sabía perfectamente cómo utilizar sus encantos para conquistar a la mujer que él quisiera; al parecer no existía una sola guial que se resistiera a sus encantos, hasta el día que llegó al barrio Celestina, una doñita de 55 años, con un tumba' o que paralizaba miradas, que lo volvió loco de amor y lo puso a comer en sus manos.
Esta es la historia de Juan, apodado ‘El Dandy', por su fama de mujeriego y rompe corazones.
Corría el año 1977. Para esa época Juan tenía 25 años y todas las pelaítas del pueblo se disputaban su amor.
Patricia era una de ellas, una jovencita, de 19 años, no muy aventajada físicamente, pero con mucho recurso económico. Sus padres eran propietarios de varias hectáreas de terreno en el pueblo y una hermosa hacienda.
Juan se acercó a Patricia no por sus encantos femeninos, sino con intenciones de sacarle dinero. Se ennovió con ella a escondidas y logró sacarle provecho.
Todas las semanas al caer la tarde se vestía con ropa de marca y olía a perfume caro.
Era la hora de salir a cazar, porque Patricia, que veía solamente los fines de semana cuando llegaba de la capital a la hacienda de sus padres, no era la única.
Margarita, María y Susana cayeron ante los encantos de Juan, un tipo atlético, con abdomen perfecto, cabello castaño, ojos verdes y una sonrisa encantadora.
A las tres les rompió el corazón, y se rumoraba en el pueblo que en las noches le daba calor a muchas damiselas casadas, que le permitían el acceso a su alcoba.
En diciembre de 1979, cuando el pueblo se preparaba para celebrar la Navidad y las fiestas de fin de año, llegó al pueblo Celestina, una doñita, como dice la canción de la desaparecida guarachera cubana Celia Cruz, tenía el tumba'o que ponía a los tipos que la veían pasar de cabeza.
Ella era el vivo retrato de Jennifer López, versión mejorada, extremadamente bella a sus 55 años.
Celestina llegó al pueblo contratada por las autoridades municipales para dictar un curso, por tres meses, de afianzamiento en inglés y de emprendimiento a jóvenes graduados de VI año.
La primera vez que Juan la vio fue en la misa dominical, a la cual siempre asistía, porque la mayoría de las jovencitas se congregaban y era el sitio ideal para montar su cacería.
Ese día, cuando el cura alzaba el Cáliz, ingresó despampanante a la iglesia Celestina, acaparando la atención no solo de Juan sino del cura.
Con pantalón ajustado que definía su perfecta figura de maniquí, cabellos sueltos alborotados, tacones de punta fina y elegante caminar, Celestina se sentó muy cerca del Altar y cruzó sus piernas, mientras hombres y mujeres no dejaban de mirarla. Sí que era bella.
Tan pronto terminó la misa, Juan empezó a armar un plan para conquistar a Celestina, pero nunca se imaginó que no sería presa fácil.
Celestina estaba alojada en un hostal a solo una calle de la residencia de Juan.
Esto favoreció grandemente al muchacho, que se concentró en conquistar a la doñita.
Observó que ella salía temprano a trotar y bebía mucha agua, así que él se alistaba también a esa misma hora para encontrarla. Un sábado en la mañana decidió que sería el momento para buscar una excusa para hablarle.
Trotando muy cerca de Celestina fingió que se había doblado la rodilla, ella de inmediato lo auxilio. Era una mujer con experiencia y se percató que era una excusa del joven para entablar conversación, así que lo miro, se rió y siguió su camino.
No era la primera vez que vivía esa misma escena con otros admiradores. En realidad Juan era muy atractivo y joven, que cualquier gallina fina quería tener.
Celestina no le era del todo indiferente; además, ella también tenía su plan. Juan intentó, fallidamente, en conquistarla y también otros hombres del pueblo, incluso casados.
Pasaron las navidades y el año nuevo y Juan ya empezaba a perder la esperanza hasta que cuando un día, a las 6:00 de la tarde, decidió ir a darse un chapuzón en el río Jobo, y, para su sorpresa sumergida, salía del agua completamente desnuda Celestina.
Él quedó hipnotizado recreando su vista ante la espectacular sirena.
Cuando ella le hizo señas con el dedo índice, él pensó que estaba soñando, pero de inmediato reaccionó y como Adán llegó al mundo, se metió al agua, la atrajo hacia él y se besaron apasionadamente.
Cuando el reloj marcó las 8:00 de la noche, ambos salieron del monte, cerca del río, donde le dieron rienda al amor.
Desde ese día Juan cambió por completo, dejó la cacería y comía de la mano de Calestina, hacía todo lo que ella quería, incluso hasta lavar su ropa interior.