El hombre que viste a la muerte
- lunes 10 de marzo de 2014 - 12:00 AM
L es corta el cabello, los baña, les hace el ‘blower’, los peina, los maquilla y hasta hace la manicura a sus clientes.
Fulgencio González, como cualquier trabajador que ama su oficio, se levanta cada día en busca de un nuevo cliente a quien atender.
Lo peculiar de la profesión de Fulgencio es que a sus ‘clientes’ solo los puede atender una sola vez, pues estos están muertos.
30 AÑOS
Ya lleva 30 años ofreciendo sus servicios funerarios. Durante este periodo ha vestido y preparado a más de 3 mil cadáveres.
Fulgencio es el administrador general de una funeraria. Tiene dos hijos profesionales, que residen en la República de Argentina. Con las ganancias de su trabajo logró educarlos y sacarlos adelante. Su hija mayor es doctora.
Cuando se inició en este oficio se propuso una meta: vestir un muerto cada día. Y así lo ha hecho hasta la fecha.
‘Cuando empecé, vestía un difunto todos los días para acostumbrarme’, comenta Fulgencio, de tez morena y estatura mediana.
Tras bañar al difunto, procede a cortar y peinar el cabello de la forma que el pariente lo pida. Finaliza con el maquillaje y si hay algún pedido especial, como pintura de uñas, también se lo hace.
DIFÍCIL
Es un trabajo muy difícil. El hecho de tener que lidiar con los sentimientos y el dolor que proyectan los familiares del difunto, han hecho que Fulgencio le tenga un cariño especial a la profesión.
Vestir y preparar un cadáver es una rutina que él conoce muy bien. Pero hay casos que demandan una preparación exhausta. Cuando los muertos son por homicidios y accidentes de tránsito, Fulgencio debe arreglárselas para prepararlo y tratar de que no se note que al cuerpo le falta alguna de sus extremidades.
¿CÓMO LOS PRESERVA?
El trabajo no se pinta fácil. Cuando los familiares quieren preservar el cadáver de sus parientes por varios días, Fulgencio le inyecta formalina en las arterias, de esta manera los intestinos se secan y evita la putrefacción.
Para ayudar a disminuir los malos olores al cuerpo, él les riega café en polvo y perfume. Si el familiar quiere alguna loción especial debe llevarla, pues en la funeraria hay una fragancia estándar.
Cuando el cuerpo está en avanzado estado de descomposición, se hace un proceso de disecamiento.
En el caso de que el cuerpo tenga alguna fisura en el rostro lo rellena con algodón, lo cose y lo maquilla. Utiliza algodón para tapar oídos, nariz, y en algunos de los casos para cerrar los ojos y la boca si permanecen abiertos.
PETICIONES EXTRAÑAS
En este trabajo Fulgencio ha visto de todo. Relata que le han pedido desde ponerle un rosario en las manos del difunto hasta colocarle una botella de licor en el ataúd.
Algunos familiares le piden que coloque una nota de peticiones para el alma del difunto.
Una vez observó cómo le ataban los dedos con una cinta roja a un cadáver. Cuando preguntó el porqué de la cinta, el familiar le dijo: ‘Es para que no se me aparezca’, comentó sonriendo.