La invasión del 20 de diciembre de 1989
- 20/12/2025 00:00
Estudiantes y profesores de la Universidad de Panamá recuerdan este doloroso hecho histórico
Cambio total. Diciembre 1989... para mí la ilusión de graduarme, de compartir una fiesta de Navidad con mis compañeros de sexto grado solo fue eso una ilusión; ya que se convirtió en el momento en que perdimos parte de nuestra inocencia. Aprendimos, sin quererlo, palabras como “invasión”, “persecución”, “toque de queda” y “guerra”.
La invasión a Panamá, por el ejército estadounidense, es un recuerdo que todavía hace ruido aun después de 36 años; el sonido de los helicópteros que sobrevolaban mi vecindario, la angustia de mi vecina que no tenía que comer con sus hijos, el no poder fue despedirme de mis amigos de infancia, es un vacío que nos quedará por siempre, ya que nos tocó alejarnos sin, entender en ese momento lo que sucedía.
Ese 20 de diciembre, no solo cambió el rumbo del país; cambió nuestra forma de ver el mundo.
Ese pedazo de la historia muchos de los jóvenes no lo conocen, no sabe que Panamá vivió una etapa de dictadura, y que gracias a esa invasión por los estadounidenses vivimos en democracia, no saben, que fue levantar a toda una república de cero. Recuerdo como si fuera ayer esos militares recorriendo las barriadas: para nosotros los niños era divertido tomarnos fotos con ellos, las tanquetas y muchas veces la fascinación de la vestimenta militar, inocentes... sin saber los miles de fallecidos que estaba dejando esta llamada “Operación Causa Justa”.
Caos interno. La denominada noche más larga del país, no es una fecha más en el calendario, es una herida abierta en la memoria colectiva de todos los panameños y panameñas que aún recuerdan lo ocurrido aquella madrugada del 20 de diciembre de 1989 cuando más de 20,000 soldados gringos invadieran el territorio nacional bajo la llamada “Operación Causa Justa”.
El caos interno provocado por Manuel Antonio Noriega, el control geopolítico del Canal, la presión internacional, las acusaciones por narcotráfico y la anulación de las elecciones del 7 de mayo de 1989, ganadas por Guillermo Endara, construyeron el escenario perfecto para que EE. UU., bajo el mando del entonces presidente George Bush, convirtieran a Panamá en un campo de guerra.
El objetivo era solamente capturar a Manuel Antonio Noriega, bajo la excusa de restaurar la democracia, pero ¿De qué democracia hablamos?
Al conmemorar, treinta y seis años de la invasión a Panamá, todavía tengo en mi memoria recuerdos de lo que fue ese amanecer del miércoles, 20 de diciembre de 1989. Siendo las 12:45 a.m. de ese día, me desperté al escuchar la algarabía de las personas que bajaban de los edificios de los multifamiliares de Barraza, con sus familiares, mascotas y todo lo que podían cargar en sus manos.
Me levanté de inmediato y me dirigí a donde vivía mi hermana, para salir con rumbo desconocido, buscando estar a salvo de lo que en ese momento no sabía, con precisión, lo que estaba ocurriendo.
Al llegar a la avenida A, a 10 calles del Cuartel Central, todo estaba en tinieblas, solamente se escuchaba y se veía a las personas que caminaban con destino a la a la avenida B. En el caso personal y de mi hermana y sobrinos, nos dirigimos por la “bajada del ñopo”, seguimos el recorrido por la avenida Balboa, hasta llegar a la avenida México, donde una pariente por afinidad de mi hermana.
Allí permanecimos todos esos días, hasta que, la situación de inseguridad fue disminuyendo y posteriormente regresamos al lugar de residencia.
Herida nacional. Este 20 de diciembre, se cumplen 36 años desde que el ejército norteamericano dio inicio a la Operación Causa Justa, pero lo que muchos recuerdan como un acto de liberación de la dictadura norieguista, otros lo ven como un uso innecesario del poder militar estadounidense, donde dicha operación fue tan solo una excusa para utilizar a Panamá como polígono de tiro.
Muchos coinciden con esto, incluso lo reafirman y aunque algunos prefirieron no dar su nombre, sí nos contaron su testimonio. Uno fue el bombardeo que sufrió Tinajitas y otros recordaban como El Chorrillo era reducido a escombros por las bombas. Lo cierto es que la herida causada por la invasión, sigue doliendo en el corazón de la población panameña.
Los saqueos fueron algunas de las situaciones producto de todo el caos, donde los comercios eran vandalizados sin piedad, muchos dueños de estos establecimientos, comentaron como se negaban a permitir tal injusticia y se armaban para repeler a los asaltantes. El Machetazo, tomó esta posición, armándose con machetes más que todo como táctica de intimidación.
La entrega voluntaria de Noriega fue algo que impactó no solo a nivel nacional, pues internacionalmente era final de un reino criminal, que se financiaba con el narcotráfico, sin comprender que el rol de Manuel Antonio Noriega iba más allá de lo que se comentaba. A pesar de esto, mucho de lo que está en los libros no cuenta toda la verdad de aquel día, que marcó un antes y un después en Panamá.
A las 1:00 a.m. del 20 de diciembre de 1989, el sonido de los disparos y el estruendo del bombardeo al cuartel central sacudieron la capital. Muchos, sobre todo en El Chorrillo, recuerdan con dolor las escenas: gente corriendo, gritos, golpes y detonaciones. La llamada operación “Causa Justa” por Estados Unidos buscaba derrocar al dictador Manuel A. Noriega.
Por esos años Noriega, gobernaba con autoritarismo, la coerción, uso de la fuerza y suspensión de libertades eran el pan de cada día. La corrupción, el plato fuerte.
Desde su caída, Panamá vive en democracia, pero las narrativas de corrupción, favoritismos y sobornos siguen en nuestro día a día, no solo como eco del pasado, sino como sonido del presente. Treinta y seis años después, la democracia no debe ser solo un título, sino una práctica que destierre la impunidad y la dictocracia.