El Siglo desde Colón: Fe en Portobelo, el Cristo Negro que une a Panamá
- 21/10/2025 00:00
El inicio del recorrido
Eran las cinco de la mañana cuando el equipo de GESE emprendió el trayecto desde la ciudad capital rumbo al distrito de Portobelo, en la provincia de Colón.
Bajo una tenue llovizna y una espesa neblina, la vía transístmica se fue poblando de figuras vestidas de morado: hombres, mujeres y familias completas cargaban mochilas, rosarios y velas, avanzando con paso firme hacia el Cristo Negro de Nazareno.
En la penumbra del amanecer, las luces de los autos iluminaban a los peregrinos que, sin importar el cansancio, caminaban por fe. Algunos rezaban en silencio; otros entonaban cánticos al ritmo de tambores improvisados.
Desvíos y obstáculos en la ruta
Cerca de las seis de la mañana, un cierre temporal por derrumbes nos obligó a cambiar el rumbo e hizo que nos desviaramos hacia la autopista Panamá–Colón.
A las 6:40 de la mañana, nuestro equipo llegó a Sabanitas, donde ya descansaban varios devotos antes de retomar la caminata.
Uno de ellos, Daniel Tuñón, contó que lleva más de tres décadas haciendo el recorrido.
“Desde que tenía 17 años camino hacia Portobelo. El Nazareno me ha concedido muchos milagros. Cada paso es una promesa cumplida”.
A lo largo del camino, se multiplicaban los puestos de venta de camisetas alusivas al Nazareno, velas, escapularios y comidas típicas, mientras las autoridades mantenían puntos de control de seguridad y salud.
Llegada al pueblo de fe
A las 8:30 de la mañana, tras horas de viaje, el equipo de GESE llegó a Portobelo. El ambiente era de celebración y recogimiento. Cientos de peregrinos se arrodillaban frente al Santuario de San Felipe Apóstol, donde se resguarda la venerada imagen de Jesús de Nazareno.Las autoridades municipales cobraban una tarifa simbólica de dos dólares a los visitantes para el mantenimiento local, mientras personal del Minsa, Sinaproc, Cruz Roja y Policía Nacional velaban por el orden y la seguridad.
El diácono Freddy Mora, de la parroquia San Felipe Apóstol, destacó el carácter espiritual de esta edición.
“Este 2025 somos un templo jubilar. Los peregrinos pueden obtener indulgencia plenaria. Cada año más de veinte mil personas llegan para agradecer, pedir perdón o simplemente encontrarse con Jesús”.
Historias de fe y promesas
La peregrinación no solo es un acto religioso, sino también una muestra de resistencia y esperanza.
René García, de 47 años, relató emocionado cómo su hijo superó un cáncer terminal gracias, dice, a la intercesión del Nazareno.
“Camino desde los 14 años. Cuando uno clama con fe, las cosas se dan. El Nazareno me devolvió a mi hijo y desde entonces vengo cada año”.
Por su parte, Juan Jiménez, de 37 años, explicó que salió desde Chilibre a las cuatro de la tarde del domingo y llegó de madrugada a Colón.
“Camino por mi familia, por el trabajo, por Panamá. Son 13 años viniendo y siempre regreso con paz”, dijo mientras descansaba antes de continuar.
El fervor y la vigilancia
Durante las festividades, la Policía Nacional verificó a más de 5,000 personas como parte del Operativo Cristo Negro 2025, que incluyó cinco puntos de control y doce puntos de observación. Más de 500 unidades participaron, junto con migración, tránsito y otras dependencias del Estado, para garantizar una peregrinación segura.
“El objetivo es preservar la vida, la honra y los bienes de los miles de peregrinos que acuden cada año a esta tradición”, explicó el subcomisionado Hermógenes Argüelles.
El comercio que mantiene la tradición
En medio del fervor, el comercio también es parte esencial de la festividad.
Hernán Vallejos, vendedor con más de 40 años de experiencia, mantiene viva la tradición.
“Desde pela’o vendo escapularios, llaveros e imágenes del santo. La gente ya no se queda tantos días como antes, pero siempre se llevan su recuerdo. Para mí, el Nazareno representa paz y esperanza”.
Una fe que no se apaga
Cuando el sol salió pasado las nueve de la mañana, los rayos iluminaban los rostros de los peregrinos que seguían llegando. Algunos avanzaban descalzos; otros, de rodillas. Todos con una sola intención: agradecer, pedir o simplemente sentir la presencia del Cristo Negro.
Al cierre de la jornada, poco después de las once, el equipo de GESE concluía su misión periodística, pero el peregrinaje espiritual seguía. Porque el camino hacia Portobelo no solo se mide en kilómetros, sino en fe.