Arzobispo Ulloa clama por el fin de la violencia y pide una fe que transforme la realidad
- 09/11/2025 10:20
En la Jornada Mundial de los Pobres 2025, monseñor José Domingo Ulloa pidió no ser indiferentes ante el sufrimiento ajeno
El arzobispo de Panamá, monseñor José Domingo Ulloa Mendieta, lanzó un enérgico llamado al cese de la violencia que golpea al país y ha cobrado la vida de numerosos jóvenes, al tiempo que exhortó a todos los sectores a asumir su parte de responsabilidad para reconstruir el tejido social herido.
“Cada vida arrebatada, cada joven perdido, cada familia que llora en silencio, es un grito que clama al cielo. No podemos permanecer indiferentes ni acostumbrarnos al miedo. Basta ya de muerte, basta ya de indiferencia”, expresó.
Ulloa pidió al país “reaccionar y despertar”, señalando que la violencia no se combate con discursos ni culpas, sino con decisiones valientes, justicia, amor concreto y compromiso social.
Afirmó que las autoridades deben actuar con transparencia y firmeza; las familias, con diálogo y ejemplo; y las iglesias, con esperanza y profecía.
“Solo unidos podremos reconstruir el alma del país”, subrayó, recordando las palabras del Evangelio: “Bienaventurados los que trabajan por la paz, porque serán llamados hijos de Dios” (Mt 5,9).
El llamado se dio en el marco de la Jornada Mundial de los Pobres 2025, que por razones pastorales fue trasladada para hoy en la arquidiócesis de Panamá.
Bajo el lema “Los pobres están en el corazón del Evangelio: donde hay amor, hay dignidad”, el arzobispo instó a los fieles a vivir una fe comprometida que se exprese en obras concretas de misericordia y justicia.
“La fe que no se hace compromiso es un eco vacío. Si no nos mueve hacia el hermano, si no toca el bolsillo o no nos descentra, no es fe, es autoayuda disfrazada de religión”, enfatizó.
El arzobispo advirtió que, pese a la modernidad de la ciudad, persisten profundas desigualdades que golpean a los más vulnerables.
Más de 800 personas viven actualmente en situación de calle en los 26 corregimientos de la capital, mientras que en comunidades rurales e indígenas miles de familias enfrentan pobreza extrema.
“No podemos celebrar la fe si cerramos los ojos ante el sufrimiento de quienes viven a nuestro lado”, manifestó Ulloa.
En su mensaje, el líder de la Iglesia Católica destacó la labor constante de obras sociales que alivian el dolor de los más necesitados.
Mencionó instituciones como el Hogar San Juan Pablo II, que acoge y rehabilita a personas de la calle; la Fundación Senderos, que distribuye alimentos a más de 850 beneficiarios diarios; el Comedor Solidario Santa María del Camino, con más de dos millones de platos servidos; y diversas casas hogar y centros educativos que brindan oportunidades a niños, migrantes, enfermos y adultos mayores.
Ulloa agradeció el esfuerzo de los voluntarios, benefactores y comunidades parroquiales que sostienen estas obras con su fe y generosidad.
“La Iglesia no es solo un edificio; la Iglesia eres tú, cuando compartes tu pan, cuando visitas al enfermo o ayudas a un joven a levantarse. Cada gesto de ternura y cada sonrisa compartida es un pequeño milagro que dice: Dios no te ha olvidado”, indicó.
Finalmente, el arzobispo reafirmó que el verdadero compromiso cristiano va más allá de la asistencia. “Jesús no solo curó heridas, transformó las causas del dolor. La caridad no puede ser una limosna que humilla, sino un amor que dignifica. Nuestro desafío es construir una Iglesia pobre para los pobres, que no solo ayude, sino que abrace, acompañe y se deje evangelizar por los que sufren”, concluyó.