Un país para los panameños

  • 04/11/2025 00:00

Los desfiles con los que tradicionalmente celebramos las fiestas patrias, siguen conservando su atractivo especial. Algunos consideran que han perdido el rigor y sentido patriótico de antaño. Pero con todo y eso, las delegaciones estudiantiles saben que es momento para rendirle honores a la Patria, y lo expresan con respeto a través de sus destrezas coreográficas y musicales.

No puedo olvidar aquellos programas radiales que se transmitían para estas fechas, los que contaban anécdotas de los días previos a nuestra separación de Colombia. Eran relatos sobre la confección de la primera bandera, las correderas y temores de los próceres, y hasta la incursión fallida del ejército colombiano, los que le daban el toque de significación a las fiestas.

Al paso de los años, el sueño de los independistas de vivir en un país independiente se convirtió en un compromiso que heredamos las futuras generaciones de panameños. Sin embargo, por conveniencia, muchas decisiones de los gobiernos “rabiblancos” evidenciaban su disposición de entregarle el país a los “gringos”, desatando la resistencia de los “de abajo” dispuestos a defender la dignidad nacional “al precio que fuera”.

La soberanía nacional hoy está en riesgo, ante el deseo del imperio de “recuperar” el Canal, mientras que el gobierno titubea, y la flama nacionalista pareciera extinguirse. Y para colmo, los mayores pareciera que “guindamos los guantes”, y sólo nos quedan los jóvenes para rechazar ese indigno designio. Esto no será fácil, porque la corrupción está allí alimentando su frustración y desinterés por los asuntos patrios.

En el corazón de cada joven y adulto que vimos desfilar, anida oculto el sentimiento de orgullo por Panamá. La fuerza y motivación para cambiar el rumbo del país, está en ellos y no en los politiqueros. Así que toca apostar por los jóvenes, no pensando en los votos, sino en convencerles de que el país les pertenece.

Los tiempos son difíciles, pero Ustedes hoy tienen mejores condiciones que sus padres y abuelos. Así que hoy tienen mucho más que perder, que nosotros ayer. Los panameños somos dueños de un territorio independiente y soberano por vocación, y no podemos perderlo por fatiga ni desinterés inducido. ¡Viva Panamá!

En el corazón de cada joven y adulto que vimos desfilar, anida oculto el sentimiento de orgullo por Panamá.