Tengo un sueño

  • 26/12/2025 00:00

Así intituló Martin Luther King su discurso que presentó en Washington culminando su marcha desde Alabama, allá por 1963, para reivindicar los derechos de la comunidad afro americana.

Año tras año, en Panamá y en todo el mundo cristiano, para estas fechas se desgajan los creyentes y a veces hasta los no creyentes en panegíricos de deseos de paz, amor, felicidad. Pero la vida, pasados estos momentos de enunciados, continúa como si nadie hubiera deseado esos valores.

¿Son mentiras o nos mentimos nosotros mismos con esos enunciados?

Para los creyentes cristianos Jesús nació para promover esos valores y llegó hasta buscar enfrentar al poder político de esos tiempos representado en el imperio romano que en Judea daba poder a los religiosos judíos para ordenar la vida religiosa de su feligresía.

Hoy se habla de Jesús y de sus enseñanzas, pero sus seguidores no viven de acuerdo a lo que predican.

En Panamá tenemos una casta política o mejor dicho politiquera, que pelecha del poder que obtienen para vivir saciando sus ambiciones, dejando de lado aquel pasaje del Génesis donde Dios le pregunta a Caín “donde está Abel” luego que este lo mató. Y el cínico Caín le contesta a su Dios: ¿acaso yo soy guarda de mi hermano?

De ahí nace que todo creyente debe ser guarda de su hermano, de su congénere. Pero acá presidente, alcalde, diputado, representante, magistrado, director de instituciones públicas vela por él y lo demás es secundario a pesar de decir que busca el bien común.

Por eso somos de los países más desiguales. Pobreza y pobreza extrema supera el millón de habitantes en el país de 31 mil millones de presupuesto.

Y dónde quedan esos enunciados de paz, de amor, ¿de felicidad que año tras año se enuncian? ¿Hipocresía?

Yo tengo un sueño, de que alguna vez, si no plenamente pero sí en gran proporción, esos enunciados se interioricen en los llamados cristianos y tengamos un Panamá mejor.