Sin guandú morado, no hay paraíso

  • 25/12/2025 11:12

El guandú, humilde casi todo el año, en diciembre se dispara sin pudor, hasta cuatro y cinco veces su valor regular. Es tradición sometida a la ley de la demanda.

El más buscado es el guandú morado. El que “tiene que ser”. Según el saber doméstico, amarra mejor con el coco, pinta el arroz como el Niño Dios manda y honra a la abuela, aunque el bolsillo proteste. No es distinto al verde en cuanto a proteínas o fibra, pero sí aporta antocianinas antioxidantes, los pigmentos que le dan ese color oscuro tan correteado. Color nazareno.

Su nombre científico es Cajanus cajan y llegó al Caribe desde África con la diáspora forzada de la esclavitud. El término “guandú” proviene de lenguas bantúes; “gandul” o “gandules” es adaptación caribeña que lo sazona. Resiste porque crece en suelos pobres, soporta sequías y alimenta bien. Fue comida de supervivencia antes de ser plato festivo. Ese grano nacido de la escasez sufre la inflación de la nostalgia.

No es casual que la Navidad caribeña lo cante. En Puerto Rico, Dominicana, Cuba, Jamaica y Panamá, el arroz con Canajus cajan es himno comestible.

Se discute el precio del jamón, pero el del guandú no se negocia. Ni Dios quiere, pero por kilo se equiparará el valor.

La receta es breve, como reglamenta El Siglo: ajo y cebolla al aceite de coco, entra el guandú cocido, luego arroz y leche de coco. Sal, fuego y paciencia. Si no huele a diciembre, debe adquirirse otro tipo de leña.

En nutrición, es cumplidor: proteína vegetal, fibra, hierro, potasio y vitaminas del grupo B.

Conclusión práctica: si lo vio barato en noviembre, ganó. Si es morado, compre sin mirar atrás. Y si está caro, respire: en Panamá, en diciembre, hasta la identidad patria sube de precio. !Fuera bases disfrazadas, carajo!