Se nos acaba El Cangrejo

  • 29/12/2026 00:00

Construcción indiscriminada de torres en calles que apenas permiten el paso de dos autos

El barrio de El Cangrejo, emblemático por conservar todavía un sentido de comunidad peatonal, con abundante arbolado y donde los pericos se dan cita sobre la Vía Argentina al caer la tarde para refrescar la atmósfera con sus trinos, se enfrenta hoy a un grave peligro: la construcción indiscriminada de torres en calles que apenas permiten el paso de dos autos, con suerte.

Sobre la calle Arturo Motta, a unos 200 metros de la recién remozada estatua de Einstein —creación del escultor Carlos Arboleda—, se trabaja a gran velocidad en la construcción de dos torres llamadas LOV, cada una de 15 pisos, con 9 apartamentos por nivel, para un total de 256 unidades habitacionales. A esta altísima densidad, que además contempla 500 estacionamientos soterrados, se suman las irregularidades en los permisos de construcción, que ponen en evidencia todas las falencias de este proyecto.

No se ha realizado una consulta ciudadana. Los promotores exhiben supuestas encuestas de personas que, probablemente, solo transitaban por el área o conducían algún medio de transporte. Lo más grave es que el letrero obligatorio colocado en el frente de la obra señala que el estudio de impacto ambiental es de categoría 1, cuando, para una densidad como la que se pretende imponer en El Cangrejo, debería corresponder a una categoría 3.

A diferencia de otros barrios, en El Cangrejo siempre se respetó la topografía; de allí que sus calles sean sinuosas y el área esté llena de restaurantes, bares, mercados, tiendas y farmacias. Sus residentes se desplazan con seguridad a pie de un lado a otro, disfrutando además de un parque como el Andrés Bello, que ofrece múltiples opciones de entretenimiento para chicos y grandes.

La Asociación de Propietarios y Residentes de El Cangrejo ya ha interpuesto una denuncia que, hasta ahora, ha sido engavetada, sin una definición clara al respecto. El sábado se realizó una protesta pacífica con algunos de los residentes más preocupados por este proyecto inconsulto, especialmente porque la infraestructura existente no soportará la demanda que se generará durante la construcción ni tras la posterior ocupación de las torres.

Lamentablemente, el representante de Bella Vista actúa más como promotor que como intermediario ante las autoridades, que tienen la obligación de detener este despropósito.