Poder dividido y en suspenso
- 17/12/2025 08:43
En 2021, José Antonio Kast perdió la presidencia frente a Gabriel Boric por 12 puntos
Dos bloques fuertes se miran de frente en Chile, pero ninguno controla el guion completo. Ni la izquierda ni la derecha–ultraderecha disponen de mayoría en ambas cámaras. El país no está partido en dos mitades irreconciliables; está fragmentado, con un poder repartido que obliga a negociar, mientras el discurso político actúa como si alguien mandara solo.
La derecha chilena y su ultraderecha avanzan juntas por necesidad, no por convicción plena. Comparten una visión económica y una crítica al ciclo progresista, abanderado por Boric, pero divergen en su relación con la democracia, los derechos y el pluralismo. La derecha tradicional piensa en gobernabilidad; la ultraderecha, en orden. Una busca administrar el Estado; la otra presiona desde la identidad y el miedo. La convivencia es funcional, pero no es estable.
El espejo español ejemplifica esa tensión. El Partido Popular mantiene con Vox una relación de amor y odio: lo necesita para sumar mayorías, pero evita abrazarlo por completo. Pacta para gobernar; se distancia para preservar legitimidad. Vox le enamora seguidores. Esa lógica se reproduce en Chile. La alianza permite competir, pero condiciona el ejercicio del poder y eleva el costo político de cada decisión.
No hay un giro ideológico sólido, sino un movimiento pendular. En 2021, José Antonio Kast perdió la presidencia frente a Gabriel Boric por 12 puntos. Hoy, obtiene 16 puntos por encima de Jeannette Jara. No se muestran conversiones doctrinarias profundas, sino el desplazamiento pendular de un segmento social que vota según contexto, desempeño y expectativas.
Los números sugieren un equilibrio rígido. El voto duro de izquierda ronda el 40%. El voto duro de derecha–ultraderecha es similar. Ninguno alcanza mayoría parlamentaria. Entre ambas orillas queda de un 12% a 18% flotante que no se reconoce en ninguna etiqueta y define tremenda decisión.
Ese segmento pendular no es ideológico ni militante. Es pragmático, volátil y castigador. Vota por percepción de orden, eficacia y control. Puede inclinarse hoy por la derecha dura y mañana retirarle el respaldo sin nostalgia.
Quien gana una elección no recibe un mandato pleno para gobernar. Sin mayorías en ambas cámaras, cualquier proyecto depende de acuerdos transversales. El poder está dividido y el desenlace sigue en suspenso.
Académico