Panamá superará todos sus complejos

  • 11/11/2025 00:00

Algunos disfrutarán del asueto forzado de festejos con fondo marcial de tambores. A otros nos preocupa que flotan sobre el ambiente, opiniones que buscan minimizar el impacto de la gesta separatista, una “alerta roja” para los que luchamos por el perfeccionamiento de nuestra soberanía.

La historia patria destaca la auténtica vocación independentista del pueblo panameño, y deja rezagados a los cuestionan la “legitimidad” de la causa separatista. Hoy Panamá es una realidad que merece ser defendida, sin importar que hubiera sido o no el fruto de una maniobra comercial, o un acto unilateral ejercido por EUA, en su propósito de construir a través del Istmo, el gran Canal transístmico.

No me imagino a la nación panameña, resignada a desistir de sus anhelos libertarios, al quedar integrada al Chocó colombiano, bailando vallenato, y comiendo “bandeja paisa”.

Por su condición de “semi esclavos”, los arquitectos del nuevo país, con contemplaron los intereses de la indiada, la negrera y de los mestizos, y hasta de aquellos aventureros que aquí se quedaron, por no tener pasaje de regreso.

De estos grupos sociales tan heterogéneos, nació ese fermento nacionalista, que inspiró las luchas patriótico del pasado siglo. Para los patriotas, la separación de Colombia fue una etapa fundamental hacia la construcción del país que nos merecemos.

Los logros que la nación ha alcanzado, hacen empequeñecer los sueños perseguidos por los próceres. Hoy el canal ya es panameño, pensamos y hablamos en “panameño”, y hasta lloramos con las derrotas de nuestra Marea Roja, escuchando “Patria” de Rubén.

Y de nosotros dependerá que el mundo respete el angustioso recorrido, regado con la sangre de nuestros mártires “arrabaleros”. La existencia de Panamá y su pueblo, está comprometida a un destino de grandeza.

Las frustraciones y decepciones de nuestros políticos mantienen adormecido “el espíritu de la panameñeidad”, alojado en los corazones de jóvenes y mayores que deambulan por las calles de nuestros pueblos, barrios, islas y campos.

El acatamiento de una decisión del poder, no dará inicio al camino hacia nuestra grandeza colectiva. Tenemos suficiente riqueza para que en justicia, “ricos y pobres”, sacien sus apetitos, y si se desconoce esta regla, otros se comerán el pastel.