Ni millones ni limosnas

  • 13/10/2025 00:00

Su lucha, un ejemplo patriótico de sacrificio, hace que las destituciones sean una infamia indigna

Durante los años 50, se dieron pasos significativos en la lucha por la soberanía de Panamá sobre el Canal y por condiciones más justas frente al Gobierno estadounidense.

Se lograron avances en la restitución de tierras, la inversión en el puente sobre el Canal y la equidad laboral, eliminando las diferencias salariales entre el silver roll y el gold roll.

Estos logros mejoraron las condiciones sociales al aumentar los ingresos del país. Todo esto fue posible gracias a la dignidad de aquellos que, luchando por Panamá, no buscaban migajas ni millones para enriquecerse. De ahí la frase del presidente Remón: «¡Ni millones ni limosnas, lo que queremos es justicia!».

Del mismo modo, nuestros héroes educadores, conscientes del daño que la nefasta reforma de pensiones representa para todos los panameños, salieron a las calles. Su lucha, un ejemplo patriótico de sacrificio, hace que las destituciones sean una infamia indigna, propia de dictaduras y contraria a la democracia.

Resulta lamentable que, en un espectáculo prefabricado por malos asesores, un dictador se jacte de no mostrar piedad hacia los afectados, quienes no le piden compasión, sino que exigen justicia. Se está violando un derecho fundamental de todo trabajador, consagrado en la Constitución.

Quien destruye la educación no es el que protesta, sino el que fomenta la convulsión social imponiendo leyes injustas, el que no ejecuta obras ni reparaciones en las escuelas, y el que, por ahorrarse dinero, deja de pagar a tiempo a los educadores.

Médico