El derecho a la intimidad
- 26/04/2025 00:00
Reconocido por el Artículo 12 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos (1948), por el Artículo 17 del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos, por el Artículo 11 de la Convención Americana sobre Derechos Humanos y el Artículo 29 deL Estatuto Constitucional de 1972, el derecho a la intimidad se ha convertido -hoy día en nuestras formación social- en uno de los más irrespetado y pisoteado a diario.
Intimidad proviene del latín intimus: interior o interno, y se emplea en nuestro idioma para referirse a la esfera más profunda y reservada de la personalidad y dignidad del ser humano.Ello incluye el ámbito de la vida familiar asociativa que posee las mismas características de interioridad y de reserva.
Jurídicamente la intimidad se identifica con el concepto de vida privada. La vida privada “es el conjunto de los actos, situaciones y circunstancias que por su carácter personalísimo no están de ordinario expuestos s la curiosidad y a la divulgación”.
“La privacidad o intimidad, -nos dice Rodrigo Borja-, es un valor celosamente defendido contra toda posible incursión de la sociedad. La intimidad personal y familiar está protegida de los ruidos, olores, contaminación, peligros, miradas, indagaciones, publicaciones y cualesquiera otras formas de intromisión en los asuntos privados de las personas. Aunque intimidad no es propiamente secreto, se considera que cada persona es dueña de una esfera de actividad que no tiene por qué ser conocidos sin su voluntad por los demás”.
El derecho a la intimidad tiene profundos nexos con el derecho fundamental a no ser molestado y con el derecho fundamental al buen nombre. La irrupción en la vida privada, las averiguaciones ilícitas sobre esta, la curiosidad indiscreta, con respecto a los hechos que la conforman, son conductas cuya radical injusticia es notoria, pues con ella se infiere injuria a un patrimonio psicológico y moral del cual hacen parte no solo la libertad y el dominio que corresponden a la persona como ser subsistente, sino también su pleno sosiego y aun su fama.