Diciembre, una dulce espera
- 24/12/2025 00:00
Diciembre nos enseña a esperar. Nos prepararnos para la Nochebuena y la Navidad. Decoramos nuestros espacios, compramos regalos e intercambiarlos nos mejora el ánimo. Los creyentes esperan llenar sus corazones con el nacimiento del Niño Dios.
Repetir rituales fortalece las costumbres navideñas. La música, la comida, la corona de Adviento y los regalos crean el contexto para la fecha cumbre, que es la Navidad. Repetir uno y otro año las mismas acciones nos da un sentido de seguridad y pertenencia ante la adversidad, como el concepto danés de haygge en el que el ser humano combate la oscuridad externa con la luz interior.
Recuerdo que, cuando era adolescente, en estas fechas recibía regalos de mi amiga Sara, quien es musulmana, abrazarnos y desearnos lo mejor.
La espera también puede estar acompañada de la maravillosa acción de dar algo a quien lo necesita sin esperar nada a cambio. Ayer, la luz roja del semáforo posibilitó que viera una escena preciosa: una señora estacionó su carro y comenzó a repartir zapatillas y balones de fútbol entre los muchachos que vendían en el semáforo. Quedé maravillada al ver los rostros, tanto de los chicos de la calle como la cara de felicidad de la señora.
Dar de una forma sana tiene un efecto muy positivo en las personas, genera conexión humana y también produce un efecto bumerán: el que más da más recibe. Diciembre nos invita a compartir. Este mes nos permite estrechar vínculos y agradecer a todas las personas que de una u otra manera han producido bienestar en nuestra vida.
Mis deseos de bien y mi gratitud a cada uno de ustedes, lectores de esta columna.