Delincuencia sin contención

  • 26/11/2025 00:00

Cuando el presidente designó a Frank Ábrego como ministro de Seguridad, comenté en mi entorno y también con nuestros amables lectores y en mis análisis internacionales, que había una esperanza de que se metiera en cintura a la delincuencia común y también a la criminalidad organizada, aun cuando entendíamos que no era una tarea fácil, dado el nivel de desastre en materia de políticas públicas de seguridad ciudadana que nos han dejado como herencia maldita los gobiernos de los últimos 20 años en el país.

Así lo sentí, porque le he dado seguimiento a las ejecutorias de este militar de carrera desde su función como comandante del Senafront, hasta su incomodidad en el puesto que ocupo en la Dirección de Bienes Revertidos del Ministerio de Planificación.

Confieso que lo primero que esperé de este funcionario, era una comparecencia pública, para anunciar al país, el Plan Nacional de Seguridad y combate a la Delincuencia Organizada. Eso nunca se ha dado, aun cuando constitucionalmente tiene a su mando todas las entidades de seguridad del país, empezando por la Policía Nacional.

Este funcionario tiene la capacidad, la formación, la experiencia y el respaldo del señor presidente, para que su actuación sea más beligerante, efectiva y contundente, contra la delincuencia común y el crimen organizado. No obstante, no es un secreto ni un irrespeto a las autoridades, que el crimen organizado le lleva años luz, a los organismos de seguridad del país, y que lamentablemente están dirigidos y coordinado por este militar de carrera.

Como ejemplo práctico de una política de seguridad blandengue y poca efectiva, solo citamos los siguientes ejemplos: el país, geográficamente y en términos de población no es de grandes extensiones que dificulten al Gobierno y a los organismos de seguridad, detectar, vigilar, darle seguimiento, elaborar planes de inteligencia, detectar los focos de infestación criminal, acciones de prevención, ir a donde está el delito.

Esto se pudiera entender en Brasil con las Favelas, pero no en nuestro pequeño Panamá. No ve usted, que sitios como El Hueco de San José, La Morelos de Tocumen, El Porvenir cerca de la Escuela Elena CH. de Pinate, Santa Librada, y sin mencionar otras provincias, están desprovistos de puestos permanentes o intermitentes, en horas nocturnas, de control y revisión, pero si hay en otras áreas donde los índices de criminalidad y de riesgos son bajos o no existen.

De igual forma, no ve usted, que la Policía Nacional mira para otro lado cuando ve a sujetos con perfil que amerita por lo menos una revisión de Ley, ya sea en la vía pública, o en vehículos privados y taxis, o que a simple vista están en “transacciones” sospechosas y prefieren ignorarlos, pero de manera contradictoria, se “fijan” en trabajadores y ciudadanos honestos que van para su centro de trabajo, en las paradas y en el Metro en las horas de la mañana y en la tarde.

Sinceramente, ustedes no creen que esto es inaudito, teniendo a un Ministro de Seguridad, que sabe de lo que estamos hablando. No puedo terminar esta entrega sin expresar mi decepción por el manejo de la política de seguridad pública del país, que mantienen a la sociedad decente y productiva de la Nación, en constante zozobra y sin saber si se amanece el día siguiente.

Pero de esto, ni el sector comercial, empresarial, clubes cívicos, iglesia, el nuevo Conato, docentes, instituciones públicas, etc., dicen nada.

El autor es abogado