De mafias y otros aromas
- 04/09/2025 00:00
En la naturaleza, algunos animales hacen ruido para advertir que un depredador se acerca. El aviso está, lo extraño es cuando quienes deben reaccionar permanecen inmóviles. Panamá se parece a esa escena: se denuncian corruptelas, nepotismos y abusos con bombo y platillo, como si fueran primicias, cuando en realidad son viejos olores que nos acompañan desde siempre.
¿Qué novedad hay en descubrir que los pobres son los últimos en recibir beneficios o que la ética política es un fantasma? Lo crónico se convierte en costumbre, y la costumbre en resignación. Así, el ciudadano termina normalizando la injusticia mientras se instalan, cómodamente, las mafias y otros aromas del poder.
Una herida persistente es el desgreño administrativo y el trato inhumano en la atención médica de los asegurados. Médicos y gremios reclaman jornadas y pagos justos, señalando que el problema no son ellos, sino la falta de insumos, equipos obsoletos e infraestructuras ruinosas. Y aunque tengan razón, se olvidan de un detalle básico: la humanidad.
Porque no basta con exigir derechos laborales si al paciente se le atiende con desdén, como si fuese limosnero. El deber incluye cortesía, empatía y explicaciones claras. El enfermo no pide favores, exige respeto.
El mal olor no proviene solo de la corrupción estructural, sino también de la indiferencia cotidiana. Las mafias no siempre usan corbata ni roban millones; a veces se esconden en la apatía, en la burocracia que mata en silencio y en un sistema que ha convertido la deshumanización en rutina.