Corruptófilos: sacerdotes de la impunidad

  • 06/11/2025 00:00

Los corruptófilos no son, por definición, malandrines, pero sí elevan la corrupción al altar. Aplauden a quienes saquean, justifican la impunidad y convierten el robo en espectáculo. Ocupan escaños o financian redes de clientelismo. No les importa que el país pierda miles de millones de dólares, que la justicia mire para otro lado o que los servicios fallen.

En el Índice de Percepción de la Corrupción 2024, de Transparencia Internacional, el promedio latinoamericano ronda los 42 puntos. Chile, Uruguay y Costa Rica superan los 57 puntos; Venezuela, Haití y Nicaragua quedan por debajo de 20. Panamá (33) se sitúa por debajo del promedio regional. La corrupción no es anecdótica; es estructural.

El costo económico es gigantesco. En América Latina, la corrupción equivale al 4,4 % del PIB, US$ 220 000 millones al año. La evasión y el fraude suman US$ 433 000 millones.

En Panamá, 200 000 personas pasan hambre cada día. Según estimaciones del Banco Mundial y la CEPAL, el Producto Interno Bruto (PIB) nominal de Panamá ronda los 79 000 millones de dólares. Si se calcula que la corrupción representa entre 4,4 % y 5 % del PIB, el país pierde cada año entre 3 476 y 3 950 millones de dólares, equivalentes al presupuesto completo del Ministerio de Educación o de Salud. El costo de la corrupción equivale a más de 900 dólares por habitante.

¿Cuántos zarzos y/o puentes podrían financiarse e impedir muertes?

Pese a su dinamismo financiero y logístico, enfrenta nuestro país un drenaje constante de recursos públicos por sobornos, sobreprecios y redes clientelares.

La corrupción está asentada sobre una estructura económica paralela.

Los electores normalizan estos comportamientos. La administración de justicia mira para otro lado.

La criminalidad recluida en La Joya encuentra inspiración en la impunidad institucionalizada y sueña con ese botín.

Aplaudir a quienes exigen cuentas. Denunciar a quienes las esquivan.

Los corruptófilos no son inocentes: son arquitectos de impunidad, adoradores de la corrupción. Mientras no los enfrentemos, el saqueo seguirá legalizado.