¡Compadre, no me quiera tanto!
- 08/06/2025 00:00
Desde la aprobación de la Ley 462 en marzo de 2025, Panamá vive una situación de creciente tensión social. Las protestas y huelgas que se han desatado a nivel nacional evidencian el profundo descontento de una gran parte de la población. A ello se suma una preocupante falta de canales efectivos de diálogo por parte del gobierno; pero como si no bastara con ese escenario interno, la presión externa también ha tocado la puerta.
Las recientes declaraciones de las autoridades estadounidenses sobre el Canal de Panamá y el memorándum de entendimiento firmado entre ambos países han echado sal a la herida. Resulta irónico —y hasta cínico— escuchar al presidente Donald Trump, al Secretario de Estado Marco Rubio y al Secretario de Defensa Pete Hegseth declarar una y otra vez, que Panamá es un “aliado histórico” y un “socio estratégico”; sin embargo, en otro tono y sin pudor, el propio Trump calificó como “regalo estúpido” la transferencia del Canal a Panamá, afirmando que China lo estaba operando y que, por lo tanto, era necesario “retomar el control”, incluso insinuando el uso de la fuerza. Según su versión, Panamá ha incumplido acuerdos y cobra tarifas “exorbitantes” a los buques estadounidenses.
Esas declaraciones altaneras e irrespetuosas no solo reavivan viejas heridas, sino que generan una legítima preocupación nacional e internacional sobre nuestra soberanía y el control del Canal. Y para completar el cuadro, John Bolton, exasesor de Seguridad Nacional en la primera presidencia de Trump, declaró que el presidente José Raúl Mulino habría solicitado apoyo militar en el Tapón del Darién para manejar la crisis migratoria.
Ante ello, el presidente Mulino reaccionó con firmeza; desmintiendo a Bolton y calificando sus palabras como “falsas y temerarias”; asegurando que Panamá ha manejado la situación del Darién con soberanía y sin necesidad de presencia militar extranjera.Y mientras se escucha ese discurso oficial cargado de frases como: “Panamá es un hermano democrático en la región”, “compartimos valores e intereses estratégicos” y “Estados Unidos siempre respetará la soberanía panameña”, lo cierto es que las acciones contradicen las palabras.
Si esa es la forma de ayudarnos, entonces no me quiera tanto, compadre.