Alfonso Fraguela González

  • 23/12/2025 00:00

Su vida, su época y su legado

Después de tres meses, Dios me ha dado la fuerza necesaria para escribir unas breves líneas, de un ser humano irrepetible e inolvidable. Se trató de un amigo especial, de más de treinta y cinco años. Un hombre que jamás dejó de soñar y que amó más allá, de cualquiera consideración personal, a su país. Lo conocí, en tiempos duros; específicamente en 1988; en pleno apogeo de la dictadura militar, encontrándome en sexto año de la escuela secundaria. En aquel tiempo era un estudiante de cuarto año de la Facultad de Derecho y Ciencias Políticas de la Universidad de Panamá. Yo, me aproximé a la facultad, con la finalidad de familiarizarme con las instalaciones, que el año siguiente; se convertirían en mi casa, para los próximos cinco años.

Ingresé al patio de la Facultad de Derecho. Se encontraba en el lugar, Alfonso; quien sería mi amigo hasta el día de su repentina muerte. Lo acompañaba el abogado César Antonio Rodríguez Sanjur.

Conversamos por horas, con su desprendimiento característico, me asesoró sobre múltiples aspectos de la carrera de derecho; desde ese día más que un amigo, lo consideré un mentor. Hablaba con Alfonso todos los días, en los últimos nueve años. Siempre que conversábamos, me decía: ¿Cómo estás dirigente? o afectuosamente me llamaba: “hermanito”.

Mi querido amigo, tuvo una infancia y juventud difícil; como me contó, hizo sus estudios primarios en el Colegio Javier; ya en secundaria se título de bachiller, en el Colegio Comercial Panamá; ubicado en Pueblo Nuevo. Le tocó, vivir con su mamá, en diferentes cuartos de alquiler y acompañó desde muy joven a su papá a ofrecer productos de oficina, a diferentes entidades públicas del país.

La madre de Alfonso, enfermó repentinamente de un cáncer terminal y le tocó de muy joven; acompañarla en tan difícil tránsito, en lugares como el Hospital Oncológico, siendo en ese momento un estudiante de derecho, con escasos fondos para sufragar sus estudios; tales experiencias le forjaron su carácter y le dieron una voluntad de hierro. La muerte de su amada madre, lo incentivó a continuar sus estudios universitarios y no descansar, hasta convertirse en abogado. Para ello, hizo esfuerzos indescriptibles, en lo académico y en lo emocional.

Se tituló en 1992, con una innovadora tesis de grado, denominada: “El Sida en la Legislación Panameña”. Superó muchos obstáculos, en una facultad; que en esos momentos era extremadamente difícil y compleja.

Fraguela, se convirtió en un abogado extraordinario, con una ortografía y sintaxis prístina, además con un criterio de análisis; de complejas situaciones jurídicas y de la vida diaria, en extremo atinadas. Su carrera comenzó como asesor legal y posteriormente Notario en el Banco Hipotecario de Panamá. Mi colega, fue un hombre de mucha proyección, no sólo por su elegancia y buen gusto, sino por su impecable voz y fluida oralidad al momento de expresarse. Se interesó de muy joven, en acercarse a los medios de comunicación y se le brindó la oportunidad de cubrir a un presentador de noticias, a altas horas de la noche. En momentos, en que las noticias en Panamá; también eran presentadas en una jornada nocturna; luego de las once de la noche.

La proyección de Alfonso, fue extraordinaria y ello le convirtió en una de las caras jóvenes del Noticiero Estelar de Canal 2, junto a su entrañable amiga, Mayela Lloyd. El camino en televisión no fue fácil, su voz, fue entrenada por locutoras cubanas; que, para esa época, estaban retirándose y que, en el pasado, habían sido narradoras de novelas radiales.

Su jefa y directora de noticias, fue Luz María Noli, quien lo guió y entrenó de manera muy profesional. Me contó mi amigo, que era una persona muy estricta y que; en las elecciones de 1994; con recursos tecnológicos menos avanzados que en la actualidad, le tocó realizar entrevistas en diferentes colegios, específicamente en el Colegio La Salle, entrevistó a varios candidatos presidenciales y le tocó llevar caminando las grabaciones a TVN, que quedaba en la Avenida Transistmica, para que fueran editadas rápidamente y contar con las primicias. Fueron doce años de experiencia en medios de comunicación.

Recordaba Alfonso, cuando le tocó anunciar en la tarima de la Plaza Cinco de Mayo, al entonces candidato Martín Torrijos Espino, del que fue por cinco años su vocero presidencial. En ese periodo afrontó importantes retos como la reforma de la ley de la Caja de Seguro Social y la ampliación del Canal de Panamá.

Luego de concluir sus labores como vocero presidencial, en el año 2009, se dedicó de lleno al litigio y a la actividad gremial, en el Colegio Nacional de Abogados. Se interesó personalmente, en todas las dificultades que atravesaban los profesionales del derecho. Se convirtió en presidente del Movimiento de Abogados Gremialistas (MAG), vicepresidente y Presidente Encargado del Colegio Nacional de Abogados; se dedicó a escuchar a los abogados y en buscar alternativas y soluciones a sus inquietudes. Su orgullo, fue la gran batalla en la Asamblea de Diputados, por pasar la “Ley de estabilidad de abogados en el servicio público”, a la que se denominó: “Ley Carla”, y que luego de ser votada afirmativamente por los diputados en los diferentes debates, fue vetada por el Órgano Ejecutivo, pasada por insistencia y para su pesar engavetada, no convirtiéndose en ley de la república.

Alfonso, fue un hombre extraordinariamente honesto, humanitario y en ocasiones incomprendido, además de poco valorado. Trató en múltiples ocasiones de servir con honradez a Panamá, por lo que fue candidato a presidente del Colegio Nacional de Abogados, Diputado y Defensor del Pueblo. Sin embargo; su voz, en los últimos diez años, fue referente necesariamente consultados, por los medios de comunicación escrita y verbal del país. Era entrevistado varias veces a la semana, sobre temas de interés nacional y escribía permanentemente en los periódicos tanto escritos, como digitales del país.

Su enfoque; siempre fue imparcial, contestatario, nunca fue un coro del poder y, por el contrario; fue siempre crítico de los abusos de los que ostentan los cargos públicos. Sus escritos y opiniones, fueron emitidas hasta el último día de su vida; no dejarán de ser un faro de luz, que iluminara a las futuras generaciones de panameños. Alfonso, eres muy extrañado, principalmente por las personas que te admiramos, valoramos y queremos.

Ha sido un año difícil, en ese café donde regularmente nos encontrábamos; no puedo creer que ya no estás y no puedo llamarte para conversar y recibir tu consejo. En momentos muy difíciles, sin importar qué estuvieses pasando; siempre incentivaste y apoyaste mis proyectos, mostrándome por dónde caminar, a fin de evitar traspiés. Siempre me sentí afortunado de que me hayas escrito prólogos a mis libros, artículos, cediste tu voz en mis iniciativas; fuiste un amigo leal, en tiempos difíciles; una persona que se “paró firme”.

Conociste como nadie, los medios de comunicación; introdujiste, sin egoísmo a donde múltiples personas de la agenda mediática, con desprendimiento me acercaste a un mundo compartido por voces de la agenda mediática. Orgulloso me decías: con un solo “clic”, mis criterios llegaran a cientos de periodistas.

Alfonso, sé que estás con Dios, que te has convertido en nuestro ángel y este 31 de diciembre, en el Reino Celestial, se celebrará tu tan recordado cumpleaños.