Abuelos y nietos, de la televisión al celular
- 31/08/2025 00:00
En los últimos tres años he tenido la experiencia que pocas veces se da, estudiar en la universidad una licenciatura, al mismo tiempo que cinco de mis siete nietos; compartir con ellos y con sus amigos en casa me ha permitido mirar, desde dentro, las diferencias y sorprendentes similitudes entre dos generaciones que parecen distantes, pero que en realidad se reflejan.
Soy de la generación nacida entre 1946 y 1964 (Boomers), hoy estamos en los 61-79 años; crecimos en un mundo de posguerra, donde la estabilidad, el trabajo fijo y el esfuerzo eran valores centrales. Vimos la llegada de la televisión, fue nuestra ventana al mundo y la música con el rock y las baladas marcaron nuestras emociones y sueños. Ambas generaciones soñamos con transformar el mundo, con rebeldía, creatividad y el deseo de dejar huella en un mundo que necesita transformarse; cada cual con su propio lenguaje.
Con la expansión de la universidad, luchamos en las calles por la justicia social, feminismo, la libertad, la disciplina y la familia fueron nuestros pilares. Nuestros nietos y sus amigos son de la Generación Z (1997 – 2012); están entre los 13-28 años. Son hijos de la globalización, tienen el internet que les permite acceder a la información al instante. Son “nativos digitales” y tienen preocupación por las secuelas de la pandemia, crisis climática, incertidumbre económica, salud mental, la inclusión y las redes sociales. Se relacionan en comunidades de forma real y virtual; el aprendizaje es flexible y autodidacta a través de la internet; utilizan la inteligencia artificial y en lo laboral buscan empleos temporales.
Es verdad que las diferencias son evidentes, pero también hay similitudes poderosas, nuestras luchas en las calles y ellos, los de la Generación Z, con la tecnología como base.
Entre los Baby Boomers y la Generación Z se tienden puentes, que unen el pasado, presente y futuro, en una convivencia que, lejos de separarnos, nos hace crecer juntos, construyendo un presente compartido y un futuro con esperanza.
El equilibrio entre la vida y el trabajo es fundamental.