El arte y ‘La Sele’: una camiseta que se volvió identidad nacional

La histórica participación de Panamá en la Copa Oro 2005 consolidó el uniforme rojo como su símbolo cultural.
  • 20/11/2025 00:00

esa camiseta roja es hoy una de las más eficaces máquinas de imaginar nuestra nación.

Hay imágenes que no necesitan ser explicadas; simplemente nos atraviesan. La noche en que Panamá clasificó al Mundial, hubo un segundo, apenas un parpadeo, en el que el país completo se convirtió en una sola imagen: rojo vibrante, brazos en alto, un grito que parecía venir desde 1903. Esa noche no se celebró solo un gol. Se celebró una iconografía.

Y ahí está el punto: Panamá acaba de producir una de sus obras colectivas más potentes, y lo hizo sin museos, sin curadurías y sin galerías. Lo hizo con una camiseta.

La camiseta antes del lienzo

En la Edad Media, el poder se construía a través de la imagen: escudos, estandartes, colores específicos que proclamaban linajes y territorios. Ernst Gombrich, en Historia del Arte, explica cómo las imágenes no solo representaban poder, sino que lo encarnaban. Un color, un símbolo, una forma bastaban para marcar presencia política.

La camiseta de la Sele funciona igual.

El rojo oficial, un Pantone que el país reconoce incluso sin verlo, se ha convertido en nuestro código visual colectivo. Y esto no es casualidad: en la heráldica, el rojo (gules) siempre ha significado valor, fortaleza y sacrificio. Hoy, esas virtudes se imprimen en poliéster, no en escudos medievales.

La nación vestida: del escudo nacional al diseño deportivo

Nuestra bandera, diseñada en 1903, nació en el contexto de un país que aún no existía plenamente. A lo largo del siglo XX, esa bandera fue reinterpretada en murales, escuelas, actos patrios y, por supuesto, en estadios. Pero el verdadero quiebre estético ocurre cuando el símbolo deja de ser algo que miramos y pasa a ser algo que vestimos.

Es aquí donde aparece otro referente indispensable: Benedict Anderson y su teoría de las “comunidades imaginadas”. Los países, dice, no existen porque compartan territorio, sino porque comparten imágenes. La camiseta de La Sele es, hoy, una de las más eficaces máquinas de imaginar la nación.

El arte mira al fútbol

El fútbol, por años, fue considerado un terreno ajeno a las bellas artes, demasiado popular, demasiado ruidoso. Sin embargo, en 2018 el Museo del Louvre organizó una muestra temporal de imágenes futbolísticas para analizar la gestualidad del cuerpo en movimiento. No estaban hablando de goles: estaban hablando de estética.

También el MoMA ha adquirido fotografías icónicas de hinchas y celebraciones masivas porque entienden que ahí hay un lenguaje visual contemporáneo.

Si los museos más importantes del mundo ya aceptaron que el fútbol produce imágenes culturalmente significativas, ¿por qué nosotros no íbamos a reclamar como arte lo que Panamá creó al clasificar al Mundial?

El dilema: ¿quién diseña nuestra identidad?

Aquí aparece la tensión verdadera: ¿la identidad visual panameña se está definiendo más a través de la cultura deportiva que de la cultura artística formal?

Es una pregunta incómoda y necesaria. Mientras los museos locales pelean por presupuestos mínimos, la camiseta (ese objeto cotidiano) ha logrado lo que muchas instituciones no han conseguido: hacer que los panameños se reconozcan entre sí con orgullo.

La problemática no es que el deporte ocupe ese lugar; es que el arte no lo ocupe también. Porque si la camiseta es un lienzo nacional, ¿qué otras imágenes necesitamos producir? ¿Quién decide cuáles serán las representaciones visuales del Panamá que entra al mundial: los diseñadores deportivos, los artistas, la afición, la historia?

Panamá: una imagen que por fin se reconoce

No exagero. El día de la clasificación, mi país se vio a sí mismo como pocas veces. No como país pequeño. No como país “promesa”. No como país que “algún día”. Se vio como obra terminada, vibrante, orgullosa, monumental. Y lo mejor es que esa obra se puede tocar, sudar, gritar, llevar puesta.

La clasificación al Mundial no solo puso al fútbol panameño en la historia: puso al país entero dentro de una secuencia visual global donde los símbolos importan, donde la estética compite, donde la identidad no es un discurso, sino una imagen contundente.

Hoy Panamá tiene una nueva pieza en su museo imaginario. Es roja. Tiene un escudo en el pecho. Y carga, sin miedo, la responsabilidad de representarnos ante el mundo.

A veces, las naciones no se escriben. Se visten. Y Panamá, por fin, se viste de Panamá.

Steven De Los Ríos
actor y columnista
Panamá acaba de producir una de sus obras colectivas más potentes, y lo hizo sin museos, sin curadurías y sin galerías. Lo hizo con una camiseta”