Antonio Alvarado dona su arte y entra a la memoria del país

Cedida/@binal
Por

  • 18/12/2025 00:00

La Biblioteca Nacional suma cuatro piezas del maestro del abstracto a su patrimonio cultural

La Biblioteca Nacional Ernesto J. Castillero R. sigue ampliando su tesoro cultural y esta vez lo hace con arte de alto calibre. El reconocido artista panameño Antonio Alvarado donó cuatro pinturas que desde ya pasan a formar parte de la colección pictórica de la institución, bajo resguardo del departamento de colecciones especiales.

Se trata de cuatro obras en acrílico, todas de pequeño formato y fieles a su lenguaje abstracto. Dos piezas miden 40 x 40 centímetros, fechadas en julio y agosto de 2024, mientras que las otras dos son de 50 x 50 centímetros, realizadas en julio del mismo año. Al no tener título, quedarán registradas oficialmente como S/T (sin título) y próximamente serán exhibidas para el público y estudiosos del arte.

Con esta donación, la Biblioteca Nacional refuerza su rol como guardiana de la memoria panameña, entendiendo el arte no solo como expresión estética, sino como documento histórico y cultural. Las obras plásticas también narran épocas, pensamientos y procesos sociales, convirtiéndose en testigos silenciosos de la identidad del país.

Antonio Alvarado, nacido en Le Havre, Francia, es una figura clave del abstracto-expresionismo panameño. Aunque autodidacta, su camino artístico fue marcado por la guía del maestro Alberto Dutary, quien lo acompañó en sus primeras exploraciones pictóricas y consolidó su lenguaje visual.

Su trayectoria está respaldada por importantes reconocimientos internacionales, como el Salón Abierto de PANARTE (1964), el Premio ESSO para Artistas Jóvenes Latinoamericanos (1965) y el Premio del Museo de Arte Contemporáneo de Bogotá (1977). Además, ocupó el cargo de jefe del Departamento de Bellas Artes del INAC y ha expuesto su obra en países como Estados Unidos, Japón, Suiza, Portugal y México.

Sus obras suelen partir de fondos sólidos —frecuentemente negros— sobre los que emergen gestos precisos, brochazos intensos y contrastes que combinan fuerza expresiva con equilibrio oriental. Ahora, ese legado también queda resguardado como parte viva de la historia cultural de Panamá.