¿Tienes que fingir ser otro para desear a tu pareja?
- 27/08/2025 00:00
Jugar a que somos desconocidos puede convertirse en un juego tan erótico como revelador dentro de la intimidad de pareja. Imagina encontrarte con tu pareja en un bar, vestidos para seducir, sin compromisos ni historia previa, encontrando que apenas se conocen.
Este tipo de juego de roles rompe la rutina, despierta la curiosidad y permite redescubrirse desde un lugar nuevo, donde la seducción vuelve a ser protagonista. Es una forma de coquetear sin el peso de lo cotidiano, donde cada mirada, cada palabra, y cada roce recupera la carga de misterio y deseo.
Este tipo de fantasía puede ser extremadamente beneficioso para la relación si se aborda la madurez. Al interpretar personajes y crear escenarios ficticios, se abre una puerta a la exploración de nuevas dinámicas sexuales y emocionales.
Además, permite que ambos se expresen sin filtros, probando versiones de sí mismos que tal vez no se atreven a mostrar en la rutina diaria. Se enciende una chispa distinta, una que invita a romper esquemas y salirse del guion habitual para reencontrarse con la atracción original.
No obstante, también puede tener un lado perjudicial si se convierte en una vía de escape constante o si uno de los dos empieza a preferir la fantasía por sobre la conexión real. Si se utiliza como una máscara para evitar enfrentar problemas de fondo o carencias emocionales en la relación, el juego puede volverse un disfraz que se aleja en vez de unir.
La clave está en mantener la comunicación abierta: saber que es un juego, una fantasía compartida, no una sustitución de la intimidad verdadera.