Fantasías frecuentes que la gente tiene pero no confiesa
- 02/12/2025 00:00
En la intimidad, todos llevamos un pequeño universo secreto que rara vez se dice en voz alta. Las fantasías sexuales no son un signo de insatisfacción ni una amenaza para la pareja: son parte natural de la imaginación humana. Sin embargo, muchas personas prefieren callarlas por vergüenza, miedo al juicio o la idea equivocada de que “algo anda mal”.
La verdad es que la mayoría fantasea... y casi siempre con lo mismo.
Por las consultas que he atendido estos años, una de las fantasías más comunes es la del lugar prohibido: un ascensor, una oficina vacía, un carro estacionado. No se trata del sitio en sí, sino del riesgo controlado, esa sensación de adrenalina que enciende más que cualquier velita aromática. Muchos la imaginan, pocos la admiten.
Otra fantasía recurrente es la del rol intercambiado. Quienes en la vida diaria son tranquilos o reservados suelen fantasear con tomar el control total. Y al revés: los que siempre cargan con la responsabilidad del mundo sueñan con soltarla por un rato. No es doble vida; es un respiro mental que el cuerpo agradece.
También está la fantasía de alguien del pasado. Un ex, un crush de juventud o la persona que nunca se dio. No significa que se quiera volver con nadie; es simplemente que la mente utiliza recuerdos para fabricar estímulos. Es más nostalgia erótica que deseo real.
Y claro, uno de los temas más universales: la imaginación con desconocidos. Funcionan como lienzos vacíos donde se proyecta lo que se quiere sentir, sin complicaciones ni nombres. La fantasía ofrece lo que la vida cotidiana no siempre permite: libertad sin consecuencias.
El punto no es confesarlo todo, sino entender que fantasear es sano. La imaginación es un complemento, no un enemigo. Mientras exista respeto y límites claros, las fantasías pueden ser una chispa que mantenga viva la llama... aunque nunca se verbalicen.
Recuerda siempre mirar todos los puntos de seguridad, la seguridad está por encima del placer.