El enigma de Astrid: siete meses de un silencio ensordecedor
- 29/12/2026 00:00
Astrid Domínguez era excelente estudiante y soñaba con ser una doctora
Lo que comenzó como un paseo habitual con su mascota en el parque de Brisas del Golf, en Arraiján, terminó en una pesadilla que hoy, siete meses después, sigue sin respuestas claras. Astrid Domínguez, de apenas 16 años, salió de casa para no volver jamás.
Su cuerpo fue hallado la mañana del 24 de mayo, oculto detrás de una residencia ubicada en calle 19. El diagnóstico inicial fue devastador: se había ahorcado.
Sin embargo, para sus padres, el nudo que terminó con la vida de su hija no lo ató la depresión, sino una cadena de eventos que el Ministerio Público se niega a profundizar.
Maidayle Ellis, madre de la menor, vive un duelo interrumpido por la indignación. Aunque el informe forense señala el suicidio, ella sostiene que hubo un detonante externo, un “por qué” que las autoridades han ignorado.
“Me avisaron un viernes a las 11:30 de la mañana. Entré en shock. Desde entonces, siento que las autoridades no han investigado como se debe; se ha perdido un tiempo vital”, confesó Ellis..
“El Ministerio Público (Atención Primaria de Loma Bonita) omitió profundizar oportunamente en el caso, lo que derivó en la pérdida de evidencia fundamental para las investigaciones que se avecinaba”, añadió Ellis.
Desde entonces, aseguró que el caso continúa en proceso tanto en la fiscalía especializada contra la vida y delitos sexuales. Por ello Maidayle. solicita el apoyo del Ministerio Público para hacer justicia y se esclarezca la verdad.
La sospecha de la familia no es infundada. Siete días antes de la tragedia, la madre sorprendió dentro de su hogar a un joven que Astrid había conocido y la madre conoció dos semanas antes en la iglesia donde asistían en familia.
“Ese muchacho se metió a mi casa sin permiso aprovechando mi ausencia. Mi hija no era de hacer esas cosas”, asegura Maidayle.
Tras indagar, descubrieron que el contacto fue facilitado por otro joven del entorno religioso. Pero el hallazgo más inquietante estaría en el teléfono celular de Astrid, donde existen evidencias que la familia ya entregó a la fiscalía y que apuntan a una posible comisión de delito sexual.
Astrid no era una joven con tendencias suicidas. Cursaba el quinto año en la Escuela Bilingüe Vista Alegre, tenía calificaciones de excelencia y soñaba con ser doctora. Era una líder nata cuya luz se apagó bajo circunstancias que su madre califica de sospechosas.
“Sí, se suicidó, pero hubo una razón de por medio. Mi hija pudo ser víctima de un delito previo y eso es lo que queremos que se aclare”, añade la madre, quien hace un llamado desesperado a los padres de los compañeros de escuela de Astrid para que, de ser llamados a declarar por la fiscalía, colaboren para sacar a flote la verdad.
“Hoy fue Astrid, pero mañana puede ser otra niña”, sentencian sus padres, quienes han decidido no descansar hasta que el Ministerio Público limpie el polvo de un expediente que, para ellos, guarda el nombre de los culpables silenciosos.
Lo que comenzó como un paseo habitual con su mascota en el parque de Brisas del Golf, en Arraiján, terminó en una pesadilla que hoy, siete meses después, sigue sin respuestas claras. Astrid Domínguez, de apenas 16 años, salió de casa para no volver jamás.
Su cuerpo fue hallado la mañana del 24 de mayo, oculto detrás de una residencia ubicada en calle 19. El diagnóstico inicial fue devastador: se había ahorcado.
Sin embargo, para sus padres, el nudo que terminó con la vida de su hija no lo ató la depresión, sino una cadena de eventos que el Ministerio Público se niega a profundizar.
Una verdad bajo llave
Maidayle Ellis, madre de la menor, vive un duelo interrumpido por la indignación. Aunque el informe forense señala el suicidio, ella sostiene que hubo un detonante externo, un “por qué” que las autoridades han ignorado.
“Me avisaron un viernes a las 11:30 de la mañana. Entré en shock. Desde entonces, siento que las autoridades no han investigado como se debe; se ha perdido un tiempo vital”, confesó Maidayle .
“El Ministerio Público (Atención Primaria de Loma Bonita) omitió profundizar oportunamente en el caso, lo que derivó en la pérdida de evidencia fundamental para las investigaciones que se avecinaba”, añadió Maidayle .
Desde entonces, aseguró que el caso continúa en proceso tanto en la fiscalía especializada contra la vida y delitos sexuales. Por ello Maidayle solicita el apoyo del Ministerio Público para hacer justicia y se esclarezca la verdad.
El extraño de la iglesia
La sospecha de la familia no es infundada. Siete días antes de la tragedia, la madre sorprendió dentro de su hogar a un joven que Astrid había conocido y la madre conoció dos semanas antes en la iglesia donde asistían en familia.
“Ese muchacho se metió a mi casa sin permiso aprovechando mi ausencia. Mi hija no era de hacer esas cosas”, asegura Maidayle.
Tras indagar, descubrieron que el contacto fue facilitado por otro joven del entorno religioso. Pero el hallazgo más inquietante estaría en el teléfono celular de Astrid, donde existen evidencias que la familia ya entregó a la fiscalía y que apuntan a una posible comisión de delito sexual.
Un llamado a la justicia
Astrid no era una joven con tendencias suicidas. Cursaba el quinto año en la Escuela Bilingüe Vista Alegre, tenía calificaciones de excelencia y soñaba con ser doctora. Era una líder nata cuya luz se apagó bajo circunstancias que su madre califica de sospechosas.
“Sí, se suicidó, pero hubo una razón de por medio. Mi hija pudo ser víctima de un delito previo y eso es lo que queremos que se aclare”, añade la madre, quien hace un llamado desesperado a los padres de los compañeros de escuela de Astrid para que, de ser llamados a declarar por la fiscalía, colaboren para sacar a flote la verdad.
“Hoy fue Astrid, pero mañana puede ser otra niña”, sentencian sus padres, quienes han decidido no descansar hasta que el Ministerio Público limpie el polvo de un expediente que, para ellos, guarda el nombre de los culpables silenciosos.