Fue el año en el que ‘Psicosis' se instaló en el parque de Santa Ana
Panamá
Llegó en el año 60
HISTORIAS
Mide menos de 1.65 metros, es menudo, delgado y tiene los cabellos canosos. Agustín Obando Graell tiene 71 años y sostiene dos pedazos de chances que acaba de comprar. Aún sueña con que la suerte le toque la puerta y pueda resolver sus problemas económicos.
Agustín, a quien le dicen ‘Fulo' y también ‘Psicosis', porque en su juventud se enfrascaba a golpes con cualquiera que se metiera con él , tiene más de 50 años de dedicarse a un oficio que está a punto de desaparecer: el de lustrador de zapatos.
Su puesto está ubicado en una esquina del parque de Santa Ana. Un perro blanco lo acompaña en su larga jornada de trabajo que empieza a las 7:00 de la mañana y termina a golpe de las 7:00 de la noche. Antes de dedicarse a este oficio, confiesa Agustín, vendió periódicos y lavó autos.
Llegó en el año 60
‘Yo lle llegué a este parque en 1960 a limpiar zapatos, como yo nací flaco, y no tengo peso ni contextura fuerte, no podía levantar cosas pesadas y me dediqué a lustrar zapatos', dice ‘Psicosis' con una sonrisa. Desde entonces ha visto los cambios que han ocurrido en su humilde trabajo.
Cuenta, por ejemplo, que cuando se inició en esta labor existían las famosas cajitas (caja que contenía todos los materiales para limpiar zapatos) y no había puestos con sillas como ahora.
Además, recuerda, en esa época un betún costaba 25 centavos y hoy ronda los B/. 2.50.
‘Por eso ha subido el costo de lustrar zapatos. Antes se cobraba 10 centavos, luego subió a 25, 40, 50, 75 centavos', dice Agustín.
Como sabe que la situación económica no anda bien, él personalmente prefiere cobrar a sus clientes B/1.50
Agustín, en sus más de 50 años como lustrabotas le ha limpiado zapatos a personajes como el abogado ya desaparecido Secundino Torres Gudiño y al representante de San Felipe, Mario Kennedy.
Oficio desaparece
‘Ya no hay muchos lustradores de zapatos, el oficio está desapareciendo', confiesa Agustín, quien es el único que limpia zapatos en el parque de Santa Ana.
Mientras sostiene los dos pedazos de chance, Agustín dice que este trabajo le ha permitido vivir y comer hasta el sol de hoy.
‘Yo muero limpiando zapatos, qué más voy a hacer', dice Agustín esperando a su próximo cliente.
Fue el año en el que ‘Psicosis' se instaló en el parque de Santa Ana