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Panamá

Las narcopelucas y otras modas

Las narcopelucas y otras modas
Fotografía El Siglo

En

domingo 12 de junio de 2022 - 12:00 a.m.
José Abel Almengor Echeverría

Las Modalidades de tráfico de drogas en tiempos de cambio

Dos esbeltas y decididas mujeres jóvenes, ingresaron al Aeropuerto Internacional de Tocumen; con intensiones bien claras; burlar los controles de detección de sustancias ilícitas. El ingenio de los traficantes con sus mecanismos de transportar drogas a Estados Unidos y Europa, había cambiado de manera sustancial en las últimas dos décadas y ello era así, porque la nueva tecnología existente en los puertos aéreos había convertido esa travesía, en una modalidad suicida; era como enviar a alguien al patíbulo.

Las jóvenes ingresaron a la sala principal del aeropuerto, estaban separadas, pero en el mismo viaje; horas antes los ‘perfiladores' o empleados de seguridad, pertenecientes a los diferentes Estamentos del Estado (Aduanas, Policía Nacional, Fiscalía de Drogas, entre otros); iniciaron su jornada y para ello pidieron la lista de pasajeros, de un viaje siempre complicado pues el destino final era el Aeropuerto de Barajas, ubicado en Madrid España. Habían muchas cosas en juego, porque Panamá, no podía permitirse el lujo de que, en tan lejano país, se detectaran pasajeros provenientes de nuestro terruño, que llegaran ‘preñados' con sustancias ilícitas, sin ser previamente detectados. Era un tema de imagen país y eso había que cuidarlo.

Se preguntaron sobre los pasajeros de la lista: ¿Estudiantes? ¿Comerciantes? ¿Turistas?, cada motivo en el análisis de los documentos era una oportunidad, para detectar una anomalía; es decir, un tripulante; cuya razón de viaje, no se ajustaba realmente al perfil. Los pasajes de ambas mujeres, mantenían numeración simultánea y habían sido comprados en un mismo momento, por la misma persona. Es decir, simulaban no conocerse, pero en realidad viajaban juntas.

Ambas mujeres presentaron sus pasajes en counter de la aerolínea, previamente habían sido perfiladas; era sospechoso hacer un viaje interoceánico, aduciendo ser turistas con destino a Madrid y solamente mantenerse en la ciudad por tres días. Ello no era usual en un turista; normalmente los turistas se mantienen algunas semanas en Europa para recorrer diferentes capitales del viejo continente.

Luego de entregados y ‘revisados', los pasaportes y boletos aéreos, las mujeres pasaron hacía el área de migración, donde nuevamente debían entregar sus pasaportes, además los equipajes debían revisarse minuciosamente. El cuarto de cámaras y los escáneres trabajaban a toda velocidad, pues, de seguro en las ‘maletas', no había ningún tipo de estupefacientes. Ya desde hace años, las organizaciones criminales, habían variado significativamente, los métodos o patrones para movilizar drogas a los Estados Unidos y Europa. El Centro Femenino de Rehabilitación (CEFER), en la década de los noventas y dos mil, estaba atestado ‘de mulas o correos humanos', principalmente jóvenes con aspecto de reinas de belleza, que habían intentado burlar los controles de los aeropuertos con cocaína y heroína. Se llegó a detectar en aquellas épocas: maletas de doble fondo, fajas, comprimidos dentro de la anatomía, drogas en diferentes accesorios de viaje, implantes de senos, artesanías, etc. La iniciativa para fraccionar el riesgo en el peligroso tránsito de las organizaciones criminales, parecía no tener límites. La existencia de nuevas tecnologías y potentes escáneres se había transformado en una penuria para los criminales.

El tráfico de drogas en el nuevo siglo se había prácticamente volcado hacia el mar; enormes cargamentos, fueron incautados en alta mar; principalmente en el área de la Costa Abajo de Colón; donde por lo recóndito de las áreas, el tránsito y las rutas eran más seguras. Las lanchas rápidas, cargaban embarcaciones más grandes, que intentaban burlar los controles, de las armadas de los países y del Servicio de Guarda Costa de los Estados Unidos. La protección de fronteras ‘porosas', se volvió en una prioridad. También los mecanismos de transporte marítimo por ‘contenedores', se convirtió en un mecanismo más seguro, para el trasiego de drogas; se observó con recurrencia la ‘corrupción' de funcionarios de nuestros puertos. También se detectó mucha droga en las carreteras, la droga se movía en ‘mulas' y diferentes tipos de vehículos articulados y se ‘ocultaba o encaletaba' en diferentes inmuebles, a lo largo del recorrido con dirección a su destino. Múltiples formas de ‘doble fondo' en casas y vehículos, fueron encontrados por las autoridades de interdicción. La pregunta era: ¿Será que había desaparecido el tráfico de drogas utilizando correos humanos en los aeropuertos?, la respuesta que se nos ha demostrados en los últimos días es: absolutamente no. Simplemente, los métodos se han diversificado significativamente.

Las jóvenes eran vigiladas por las cámaras, como cientos de pasajeros; cada uno de los sospechosos, mantenía un perfilador alerta. Finalmente, algo inusual ocurrió. Se detectó movimiento raro en el cabello de una de ellas; se observaba como una molestia, un ‘tick'. La joven antes de pasar por migración, miraba de manera insistente a los funcionarios, mostrando nerviosismo; trataba de ubicar las cámaras en el área, como sí ocultara algo. Las unidades fueron alertadas de inmediato, a través de sus radios de comunicación, ambas mujeres fueron aprehendidas simultáneamente y en efecto iban cargadas con drogas ilícitas, en la cabeza, en una peluca. Una nueva modalidad de tráfico, de cientos de gramos de droga.

Las aprehendidas decidieron negociar un acuerdo de pena, siendo esta la mejor opción, y fueron sancionadas a nueve años de prisión. Lamentablemente, como en ciertos de casos de tráfico internacional de drogas, pagan los eslabones más bajos de la cadena. Normalmente los centros de reclusión, se encuentran atiborrados de personas que, en un momento de desesperación y mala cabeza, transportaron sustancias ilícitas. No delataron a los intermediarios y todo quedo allí. Probablemente, miembros de la organización, pagaron los honorarios de los abogados para garantizar el silencio.

No hubo acuerdo de colaboración, sino de pena. La pregunta que surgió inmediatamente es: ¿En casos de flagrancia, donde la prueba es protuberante, es oportuno llegar a un acuerdo de pena?; ¿Es suficiente ahorrarle tiempo al Estado, en el caso de futuras diligencias, para hacer un acuerdo de pena? Esta es una discusión de nunca acabar, en el Sistema Penal Acusatorio. Recortar los tiempos y evitar que el fiscal tenga que ir a un juicio oral, justifican un acuerdo. La respuesta es sencilla: si no se desahoga el sistema de casos en tiempo real, de seguro el colapso del mismo, llegará más temprano que tarde en una justicia penal, en la que cada vez más se favorece la efectividad, que el respecto de las garantías constitucionales y el debido proceso.

VIGILANCIA

Las mujeres ya eran monitoreadas y se delataron por el movimiento raro en el cabello de una de ellas



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