Opinión
En Panamá nos vivimos quejando de los taxis, que si ‘no voy', que si los precios muy altos, en fin
En Panamá nos vivimos quejando de los taxis, que si ‘no voy', que si los precios muy altos, en fin, ese desorden ha sido el abono para que prosperen UBER, Cabify y otros servicios de transporte privado.
Yo fui cliente de UBER por dos o más años en Panamá, con mucha satisfacción, lo usé en México y en Montreal sin queja. Incluso me dieron hasta un certificado por la cantidad de veces que lo usé en un año. Cada vez que iba al casco viejo lo pedía, a recepciones diplomáticas y donde sabía que no había valet parking o seguridad de un estacionamiento. Cero estrés andar en UBER y cuando empezó la pandemia, seguí usándolo cuando vendí mi automóvil.
En Ankara parece que los taxis funcionan muy bien y se alinean en piqueras, para que uno se acerque allí y se vaya en orden tomando su cupo. Los precios son razonables. Pero en Estambul son una verdadera pesadilla, al punto de que ha habido operativos estatales encubiertos en los que se ha evidenciado el abuso de conductores de taxis a turistas y, sobre todo, el ‘no voy' especialmente si vienes de Beksitas, por ejemplo, donde está el Palacio Dolmabache, a Sulthanameth, donde está la Mezquita Azul y Hagia Sofia, en el casco antiguo de esta metrópolis. Un operativo de la policía comprobó que un conductor de taxi le cobró una ‘visa' de entrada al lado asiático de $400 a un turista, algo completamente ilegal porque la ciudad tiene una parte en Europa y la otra en Asia, sin que haya que pagar peaje ni en los puentes ni al ingresar a uno u otro de los continentes.
Lo bueno es que estos operativos son denunciados en la prensa y los turistas ya saben de antemano los abusos a los que se exponen si no andan con cuidado y se dejan timar. De allí la profesionalización de los guías turísticos y el transporte ejecutivo.
EMBAJADORA DE PANAMÁ EN TURQUÍA