Opinión
Contra las Cuerdas de El Siglo del 12 de septiembre del 2018
Los trompadachines del volante continúan su viacrucis en los tinglados del oeste, donde el pleito es a muerte en los interminables tranques característicos de esta infame cartilla.
Los pugilistas se muestran exhaustos en el cuadrilátero, donde intentan mantener la guardia alta ante la fuerte puñera que les están propinando desde horas de la madrugada.
Han recibido toda clase de golpes, desde rectas de zurda, volados, matapuercos y golpes bajos que los ha dejado varados en el tinglado.
Esto sin contar las combinaciones de los escurridizos piratas que no creen en nadie y hacen lo que les da la gana en esos tinglados, donde no hay ley, ni orden, tal cual el lejano oeste.
Algunos pugilistas optimistas apuestan a la tercera línea, que quien sabe cuándo llegara, mientras que otros comienzan a colgar los guantes para emigrar a otros escenarios en la ciudad capital.
Los abucheos no son de esperar, pues si para la esquina al volante es un tormento, para el Pablo Pueblo de a pie es una película de terror, donde además de las filas interminables, deben enfrascarse con los rateros del ring, que tienen varias rutas de ‘punchingbag' haciendo de las suyas.