Opinión
El show de la lucha libre interpreta bien este ejemplo
El problema de una causa justa no radica en sus argumentos, sino en la forma en que se defiende. El ‘No a la Reelección' surge como respuesta al abuso, a la corrupción y al cinismo, principalmente, retratado por los diputados. Nada justifica la conducta delictiva de la clase política nacional, pero la sociedad civil debe responder con argumentos cívicos, apegados a las reglas del juego.
El show de la lucha libre interpreta bien este ejemplo, donde los luchadores técnicos respetan el reglamento y los rudos juegan al filo del mismo, midiendo muchas veces, la tolerancia del réferi, en cuanto a la violación de las reglas.
Es claro a quién va el público, también resulta evidente a quién aplaude y a quién alienta. La gente disfruta del triunfo de los buenos, al tiempo que valora las formas y cómo se gana. La lucha libre y la política tienen mucho en común, ya que además de ser un show, tienen la particularidad de la confrontación de bandos, en el marco de una disputa reglamentada con límites estrechos entre lo legal y lo ilegal.
Detrás del hastío de la gente luego de que se destapara la cloaca, es normal que se despierten sensaciones de repugnancia y animadversión hacía quienes abusaron de la confianza del pueblo panameño.
No obstante, detrás de esta campaña de ‘No a la Reelección', ya comienzan a colarse algunos intereses, y no precisamente, muy sanos; con miras a mimetizarse entre la gente buena y poder pescar en río revuelto.
El Tribunal Electoral tiene en sus manos un nuevo Código Electoral, con reglas nuevas, las cuales intentan desarrollar un torneo electoral positivo y distinto, dónde se limita y regula las donaciones políticas y se estipula un estricto calendario que impide el proselitismo fuera del periodo electoral.
Lo justo es que todos respetemos las reglas del juego. Si los candidatos no pueden hacer propaganda a favor, tampoco los que aspiran pueden hacer propaganda en contra de sus adversarios políticos. Periodista