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Opinión

El poder  alucinante del “mundial”

El poder  alucinante del “mundial”

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martes 29 de noviembre de 2022 - 12:00 a.m.
Jorge Zúñiga Sánchez
zuniga.js@gmail.com

Son muchas las personas que lucen las camisetas de sus equipos favoritos

Desde aquel 2-3 frente a Costa Rica en 1976, el fútbol panameño  ha crecido en cantidad y calidad, y con el tiempo,  ya hemos visto flamear orgullosos la tricolor, en varias citas  mundialistas. Idéntica hazaña deportiva   le tomó cerca de un siglo a otros países, en tanto que Panamá lo logró en sólo 30 años, y al parecer nuestro fútbol seguirá dando de qué hablar.

Con todo y que nuestro país hoy no está en Qatar, la euforia mundialista se ha metido en la piel de los panameños. Aunque las restricciones al licor, le restaron “vistosidad” al evento, los telespectadores estamos metidos “de lleno” en la competencia.  

Son muchas las personas que lucen las camisetas de sus equipos favoritos, y ellas  como por arte de magia les hacen sentir que las  tensiones, las angustias y temores, desaparecieron repentinamente.  Es como si estuviéramos viviendo una “alucinación colectiva”, producido por el efecto casi psicotrópico del campeonato FIFA. 

En esas condiciones,   no está permitido “quejarse” por el alto costo de la vida, ni por la crisis energética que tiene al mundo al bode de una gran guerra. El mundial logra que con  enorme facilidad, nos desconectamos “de todo y de todos”, y nos apoderamos de una fugaz sensación de triunfadores, celebrando glorias ajenas.

A lo largo de la competencia, el  mundo entero entra en un estado de trance hipnótico, en el que lo cotidiano pierde importancia, y disfrutamos de ese trance.  Total, sólo se trata de un pequeño alto en el camino para “soñar con la gloria”, sabiendo que en breve regresaremos a la vida cargada de limitaciones y desesperanzas.

Pasada la “fiesta”, todo volverá a la normalidad. Deportistas y  aficionados volverán a sus país, y todos nos olvidaremos de los triunfos y las derrotas. De una vez empezaremos con los preparativos para el otro mundial, en medio de nuestro deseo de sobrevivir a los problemas cotidianos. 

La navidad nos espera, y pasamos a otra euforia algo más relajada. Y más tarde, ¡los carnavales!, y el ciclo tóxico continúa. Eso quiere decir que si muy poco tiempo le dedicamos a los temas importantes; ¿cómo esperamos que las cosas cambien? 

       
Abogado



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