Opinión
Algunas áreas de exhibición son extraordinariamente estrechas y no facilitan la circulación de los visitantes
A muchas personas les puede agradar el aspecto exterior de la estructura que diseñó Frank Ghery; no comparto esa preferencia, al igual que tampoco encuentro atractiva la que el mismo a arquitecto concibió para el museo Gugenhein de Bilbao, España.
Ayer, por primera vez, visité las instalaciones del Biomuseo y su recorrido me dejó apreciaciones ambivalentes. Su misión de ilustrarnos sobre los orígenes de nuestro istmo se cumple a cabalidad. Sin embargo, creo que hay varios sectores que deben modificarse, comenzando por el área de la recepción que, cuando como es frecuente en nuestro país llueve a cántaros y con vientos le entra tal cantidad de agua que los empleados que atienden a los visitantes deben guarecerse y movilizar los escritorios que utilizan.
Algunas áreas de exhibición son extraordinariamente estrechas y no facilitan la circulación de los visitantes, especialmente cuando concurren grupos de 20 o más personas, lo que es frecuente durante las visitas de grupos escolares.
La construcción de varias secciones del museo pudo realizarse, gracias a las aportaciones de contribuyentes, empresariales y personales, cuyos nombres, como justo reconocimiento, aparecen escritos en el área patrocinada. Pero también llamó mi atención la manera destacada en que se da testimonio de la contribución hecha por la cuestionada empresa ‘Oderbrecht'. Desconozco y tampoco trataré de averiguar cuánto fue el aporte de esa empresa; pero cualquiera que este haya sido, en mi opinión, debe buscarse la manera de devolverlo y eliminar ese rastro de su presencia en una obra que tiene entre sus grandes finalidades educar a nuestra juventud.
‘Oderbrecht', si algo representa, son los antivalores y las conductas que debemos erradicar de raíz. Ojalá esta recomendación no caiga en saco roto y los regentes del museo nos libren de tener que volver a leer su nombre entre los de sus benefactores.
Abogado