Opinión
Haciendo turismo interno he descubierto o redescubierto pequeñas joyas; luego de muchos años volví a Penonomé.
Haciendo turismo interno he descubierto o redescubierto pequeñas joyas; luego de muchos años volví a Penonomé, ciudad que me sorprendió por lo bien conservada que está, fue como un agradable viaje al pasado. Casas históricas restauradas, árboles cuidados, aceras arregladas, en resumen, puedo decir que me alegré mucho. Pedí visitar ‘el manguito', famoso árbol esquinero del barrio San Antonio donde carnavaleé muchas veces y ahí seguía. Me bajé del carro, para caminar por el pequeño parque que está en frente, de regreso al carro para irnos descubrí ¡UN MUSEO!
Entramos sin expectativas y quedé impresionada. La antigua casa de la familia Tejeira, una vivienda con más de 100 años, donde nació el gran periodista y escritor Gil Blas Tejeira, quien fue profesor de mis padres. La casa ha sido restaurada para ofrecer a los visitantes pequeñas salas para exhibiciones.
Son pequeñas sí, pero llenas de historia; en ellas se exhiben muebles antiguos, arte religioso, platería, una pequeña variedad de piezas coloniales y para mí, las estrellas del museo: las piezas arqueológicas de la época pre hispánica encontradas en el sitio Conte, ya desaparecido y en El Caño, que es otro lugar digno de visitar. A las cerámicas solo las puedo definir como espectaculares. Deben ir a verlas.
Los costos de entrada son bajos, el personal es amable y domina el tema.
¿Qué le falta? Les doy una idea, poner una tiendita de souvenirs donde se ofrezcan reproducciones de algunas piezas, como las hermosas bandejas, venta de libros sobre Panamá, tazas, vasos, mapas, camisetas, en fin, hay mucho que se puede ofrecer al visitante…
¡y soy de las que compraría TODO!
EDITORA