Opinión
Niños disfrutando al aire libre en el poblado de Jaqué.
A todos nos corresponde velar para que cada niña, cada niño y cada adolescente en nuestro país pueda gozar de este derecho en plenitud
Estuve en Jaqué, provincia de Darién (hacia la frontera de Panamá con Colombia), y pude captar con satisfacción a niños, niñas y adolescentes disfrutar del área donde el mar y el río Jaqué se unen. Tal vez no eran conscientes de ello, pero estaban ejerciendo su derecho al esparcimiento y a la recreación.
La boca de Jaqué, como se le conoce a esa zona, tiene algo de mala fama, por las traicionaras que son sus aguas, que hasta han provocado accidentes fatales en el pasado.
Pero ese día las aguas estaban tranquilas, y las niñas y niños jugaban y nadaban con seguridad.
Fue entonces que reflexioné que a nosotros, los adultos, nos corresponde velar para que cada niña, cada niño y cada adolescente en nuestro país pueda gozar de este derecho en plenitud.
Nuestros niños y adolescentes tienen derecho al descanso, al esparcimiento, y sobre todo al juego, que en el caso del poblado de Jaqué, lo hacen en la arena, en la playa, o nadando en el mar o en el río.
Por supuesto que este derecho incluye otras actividades culturales, deportivas y artísticas, como factores que ayudan a su desarrollo y crecimiento.
Llama también la atención que en la idiosincrasia de los habitantes de este poblado de Darién (mezcla étnica de negros, colonos e indígenas) existe un respeto natural por el balance que se le debe dar a las jornadas diarias.
No existe entre los adultos jornadas extenuantes de trabajo (mayormente en la pesca), y el tiempo de descanso es un descanso familiar. De hecho, en el lugar donde yo me encontraba observando a los niños, niñas y adolescente jugar en el agua, habían varios padres pendientes de sus hijos.
Y eso es correcto, pues quienes ejerzan la patria potestad, tutela o guarda y custodia de niñas, niños y adolescentes, deberán respetar su derecho al descanso y al esparcimiento y, por lo tanto, no podrán dar mal ejemplo, o imponerles regímenes de vida, estudio, trabajo o reglas de disciplina que impliquen la renuncia o el menoscabo de este derecho.