Opinión
¡debemos perdonar!
MI-SION: los ABRAZOS activan nuestro sistema inmunológico, alivian la depresión, reducen el estrés, nos energizan, ayudan a comunicarnos mejor, y nos rejuvenecen. Tal vez por eso –en la Parábola del Hijo Pródigo-, antes de hablar, el padre ‘ABRAZÓ y besó' al vástago que regresaba a casa. ¡Antes de que mediara palabra alguna…corrió y lo ABRAZÓ! Ese ABRAZO sellaba la bienvenida, el perdón, olvido, la reconciliación que el padre le proponía al hijo malportado. Y, a propósito: ¡‘qué tire la primera piedra el que no se ha portado mal'! Lo buena noticia es que el Padre también nos propone la reconciliación, el perdón, la bienvenida, restauración, sanidad, la salvación sólo, única y exclusamente a través de LOS BRAZOS extendidos de nuestro hermano mayor: Jesús. Sí, porque ‘el que tiene al Hijo tiene al Padre y nadie viene al Padre si no es por el Hijo'. Pero, para recibir ese perdón del Padre, ese ABRAZO: ¡debemos perdonar! Jesús advierte: ‘si no perdonas a otros sus ofensas, tu Padre celestial no perdonará las tuyas'. Además de cerrarnos las puertas de la casa del Padre, la falta de perdón también nos enferma físicamente; por eso, el Cancer Treatment Centers of America, recomienda perdonar…para sanar. Así que, por donde lo mires te conviene perdonar, reconciliarte, restaurar esa relación minada por el orgullo. ¡Deja los malos entendidos atrás! ¿El primer paso?: una buena ración de ABRAZOS. ¡Inténtalo!, y sana, llénate de vida, rejuvenece…sonríe de nuevo.