Opinión
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Siguiendo las reglas de la naturaleza, nacimos para ser felices. Sin embargo pronto descubrimos que ese propósito no era tan fácil alcanzar
Por unanimidad todos coincidimos, es que La “cosa tá dura”. A decir verdad, esa idea siempre ha estado flotando en el ambiente, con la diferencia de que en otros momentos sabíamos que todo estaba en nuestra contra, y que debíamos duplicar nuestros esfuerzos.
Con el computador en la mano, el conocimiento queda a nuestro alcance, así que es fácil poner a viajar la imaginación. En verdad, esto tiene “su complique”, en conectar el anhelo sincero de vivir mejor, con el deseo de ser una mejor persona, pues si llegamos a este punto, quedamos a un paso de disfrutar de la plena felicidad.
Siguiendo las reglas de la naturaleza, nacimos para ser felices. Sin embargo pronto descubrimos que ese propósito no era tan fácil alcanzar, pues cuando ella nos abandonó quedamos a merced del poder humando, que si bien no nos negaba la felicidad, a cambio de una oportunidad de acceder a ella “en gotas”, nos exigía nuestra total subordinación.
Las oportunidades cada día son más escazas en todos los campos. El soñador de hoy debe estar armado de una coraza impenetrable, que le permita mantener a buen recaudo, la fuerza para luchar por sus sueños, y la templanza necesaria para resistir las tentaciones y obstáculos para hacerle desistir.
El fatalismo que reina entre la sociedad panameña, nos empuja a creer que no vale la pena luchar por nada. Y lo que es peor, si algo te importa de veras, no temas en rebajarte, que nadie te censurará por arrastrarte.
Para muchos esta reflexión es una predica moralista fuera de tiempo y lugar. Soy un creyente de que la vida digna es la única que vale la pena ser vivida. No hay nada reprobable en aspirar tener una casa de campo o un carro del año, pero sí en lo que se está dispuesto a hacer por lograrlo.
El anhelo de vivir en una sociedad más justa, nos llevaría a convivir junto a personas felices. El hombre es la suma de lo que se propone, y del compromiso de luchar por lograrlo. Todo esfuerzo vale la pena, si sabes que te hará, y que no tendrás que pisotear a otro.