Opinión
Las protestas se multiplican, y ya resulta demasiado tarde para que la gente se siga tragando los cantos de sirena del gobierno
“Podrás engañar a algunos durante
algún tiempo, pero no podrás
engañar a todos, todo el tiempo”
(Abraham Lincoln)
En vísperas de una nueva celebración de la caída, en 1789, del antiguo régimen cuando el pueblo francés decidió “cortar su destino en dos”, el movimiento social de protesta que se ha iniciado en nuestro Panamá ha comenzado a abrir un abismo entre lo que hay y lo que habrá.
Los gobernantes que se han sucedido en el poder político desde la invasión no han dejado de actuar a espaldas del pueblo. Han eludido e impedido la participación ciudadana, subestimando la fuente de su propio poder: el poder ciudadano.
Hoy, cuando las manifestaciones pacíficas de protesta se multiplican sin distingo de ubicación geográfica, ya resulta demasiado tarde para que la gente se siga tragando sus cantos de sirena y sus consignas electoreras que, -a la postre-, solo han traído, hambre, miseria, desempleo, injusticia y, sobre todo, un mar de engaño permanente.
Tras los 21 años de dictadura y tres décadas de creciente kakistocracia (gobierno de los peores), la población panameña en general, exhibe un cansancio ante tanto abuso del poder, aun cuando todavía no tenga la fuerza necesaria para alcanzar un verdadero cambio de bueyes y de carreta.
La unidad de acción ciudadana que se ha manifestado en las calles y plazas de todas las provincias sin excepción, a pesar de la diversidad de grupos, no viene motivada por dirigencia alguna (gremial, sindical, partidista). Nace de las profundas necesidades sociales que hoy asfixian y ahogan a una inmensa mayoría de panameños: desempleo, salud, costo de la vida, falta de vivienda digna, inseguridad y una imparable injusticia que pisotea los derechos humanos y las garantías fundamentales.
El cacareado “diálogo” o las fracasadas “mesas” que la empresa criminal conjunta que gobierna, esgrime como escape a su situación, exhibe crudamente su incapacidad, ineptitud y mediocridad para gobernar. Claro, como subieron para robar y engañar, mal pueden actuar sino es con la represión, el chantaje, el divisionismo y las falsas promesas.
La crispación de la ciudadanía ha cedido el lugar al hastío. Ya no podemos continuar como vamos y hay que cerrar filas para llegar, a través de cabildos abiertos y asambleas ciudadanas, a la convocatoria de un proceso constituyente. No hay ningún otro camino más democrático.
Catedrático universitario