• miércoles 01 de mayo de 2024 - 12:00 AM

¡Ya hartan tantos gurúes!

Ya es hora de que comencemos a ignorarlos

El 22 de abril de 2023, para comentar las frecuentes incursiones de “expertos, seudo expertos y gurúes”, que nos inundan con opiniones y análisis sobre todos los aspectos de la vida nacional, en este mismo diario publiqué un artículo bajo el título “Ya hartan tantos expertos”, del que reproduzco el siguiente párrafo:

“No debe incomodarnos que nuestras realidades políticas, económicas y sociales sean objeto de interés y análisis; pero ya es hora de que comencemos a diferenciar entre quiénes, por su jerarquía, institucional o intelectual merecen nuestra atención y los charlatanes itinerantes que nos visitan con frecuencia; se desmandan con toda clase de opiniones “expertas” y hasta se atreven a recomendarnos cómo debemos gobernarnos.

Ya es hora de que comencemos a ignorarlos y a recomendarles que “a sus sapiencias” les den mejor uso en sus países de origen, dónde, como es fácil asumir, a estos “todólogos” nadie les para bola.

El ejemplo más reciente de una sarta de esas majaderías, que excede toda mesura y llega hasta el atrevimiento de emplazar a la Corte Suprema de Justicia, conminándola a fallar en términos perentorios, fijándole día y hasta hora, se la debemos a un señor, cuya nacionalidad ignoro y que tampoco me interesa averiguar, que se presenta con el rimbombante título o credencial de “fellow” de una organización de cuestionable objetividad.

En el idioma inglés, “fellow” es una de esas palabras sobre la que el diccionario nos ofrece diferentes y hasta opuestos significados, entre esos: 1) Anybody in general; any human being (cualquiera en general, cualquier ser humano en general); 2) A person considered to be worthless, uninnportant or of low station (una persona sin valor, sin importancia o de bajo nivel).

Que los nacionales opinemos como nos venga ganas sobre nuestros asuntos es un derecho legítimo e inalienable, pero es inaceptable que sigamos siendo el blanco de esos opinólogos que se las ingenian o se promueven, utilizándonos para su conveniencia. Que lo intenten no debe extrañarnos; pero lo que no es de recibo y, por tanto, intolerable, es que les sigamos el juego y “permitamos que nos utilicen como instrumentales para agenciarse su modus vivendi”.

Abogado

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