La política del 2+2

Faltan menos de 90 días para las elecciones generales y todavía el panorama está confuso, más aún por el futuro incierto de varias candidaturas, incluyendo dos presidenciales. La Corte Suprema de Justicia pretende un juego peligroso al intentar impartir justicia a 3 meses de celebrarse los comicios generales. Las dudas recaen en la intención final, y no en las funciones de los magistrados de la Corte, que deben tener como propósito, impartir justicia.

Se dice a menudo que los tiempos mediáticos no son los tiempos jurídicos, en muchas ocasiones la opinión pública pretende que, al vertimiento de un presunto hecho o falta expuesta por medios de comunicación, la justicia debería resolverlo de forma inmediata.

De la misma forma que la justicia se protege de las presiones mediáticas, tampoco debe inmiscuirse en los procesos políticos, ya que esta ecuación nunca será autónoma y corre el riesgo de servir otros intereses políticos. Qué diferente había sido si la justicia no hubiera dilatado los procesos, usando el tiempo justo y correcto. Tal vez, hoy, no existiría la carrera que tienen para impartir justicia sobre un objetivo distinto al que les confiere el cargo.

La culpabilidad o inocencia de un individuo debería depender de la carga de las pruebas a favor o en contra, según sea el caso. Pero cuando la justicia opera para impedir que alguien no participe en una elección, se convierte en un hecho de orden político y pierde su legitimidad.

Resulta evidente la angustia de los tiempos por condenar a candidatos, con miras a favorecer a terceros; algo que podría ser más peligroso de lo que prevén algunos.

En política el 2+2 no es siempre 4, aquellos que suman y restan sobre los impulsos de la voluntad humana, terminan perdiendo las proporciones y la perspectiva. El voto es algo más emocional que racional, por lo que intentar racionalizarlo, resulta más peligros que una ruleta rusa.

Periodista