Desastre y terquedad

Uno teme ser catastrofista o apocalíptico. No se debe. Pero este calentamiento, que es global, y signo del cambio climático no es de buen indicio. El aumento de la temperatura no es casual, va in crescendo, más allá de lo calculado hace años, y no hay respuestas tajantes para frenarlo.

En la reciente cita mundial de cambio climático (COP 28)hubo buenas intenciones, la fuerza de la ciencia fue empoderada, no obstante no se estableció concreto para variar el modelo de economía basada en la energía de combustibles fósiles, por calle el principal causanfe de esta crisis.

Somos actores de un mundo vertiginoso, cambiante y muy complejo, en el que estamos tan concentrados en el fenómeno tecnológico, marca de nuestro tiempo, al punto que ponemos en un segundo plano, o quienes lideran, el desastre ecológico en curso. El alza de la temperatura a nivel mundial se presenta irreversible, pero estamos más ocupados en atender otros asuntos. ¿Cómo puede atender el ser humano esta situación y desmontar ell monstruo creado?

El historiador y ensayista alemán Philipp Blom (1970) lo aborda en “El gran teatro del mundo”, de reciebte publicación en castellano. Solo la creatividad y la imaginación nos permitirán encontrar nuevos paradigmas, expresa. No se pierde la esperanza, si bien resalta que “vivimos en una época de infantilización progresiva en la que “cuando te levantas por la mañana ya tienes 36 mensajes que responder y 300 cosas a las que tienes que dar al “me gusta”, por lo que no tenemos tiempo de sentarnos y pensar, o aburrirnos, lo que podría dar lugar a ideas interesantes”.

Urge hallar un nuevo sendero integrado a lo nuevo, a lo sensato, frente al desastre. El tipo de economía que tenemos y todo lo que conlleva está muriendo -subraya-, y tiene que ser reemplazada. “Pero es tremendamente poderosa y rica y, por lo tanto, se niega a desaparecer”.

Periodista